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miércoles, 31 de enero de 2018

Lágrimas y trapos

*Publicado en el diario "La Capital de Mar del Plata"

El día que cayó el granizo, el martes 23 de enero, estaba en Playa Grande saliendo, justamente ahí, frente a la Base. Al día siguiente, miércoles 24, con fuerte viento pero con el sol arriba pasé otra vez.Como en la tribuna. Trapos. Los trapos aguantaron. Hasta creí ver algunos nuevos.
No sé la razón, pero cuando paso por el sitio donde las lágrimas se vuelven algo inatajable, para los que tienen relaciones con 44 argentinos que en algún lugar están, pero por acá no aparecen pienso en una canción. Me sale Atahualpa. Debo repetir textual el poema:… “Tanto torearlo al destino, el destino lo “pialó'”. Volvía buscando pampa, como vuelve un trovador, contemplando las gramillas, por esos campos de Dios. Volvía buscando pampa, como vuelve un trovador; rico de lindas riquezas: guitarra, amigos, canción. En la mitad del camino se le canso’ el corazón y entró de golpe al silencio, y el silencio lo tapo’. Lo mentaron algun tiempo el Peón, el Estibador, El Hombre de Siete Oficios, los paisanos del Frontón…Y como la vida tiene su ley y su sinrazón le fue llegando el olvido, y el olvido lo tapo’…”
Los versos son de Cantor del Sur, un homenaje a un payador anarquista que Atahualpa Yupanqui convierte en una milonga / relato que estremece y es eso, precisamente esos versos y eso, precisamente eso que cuenta Don Ata, lo que se me aparece frente al alambrado de la Base, aquí, en Mar del Plata. Estremece. Me estremezco. Los va a tapar el olvido. Como noticia, a los muertos del ARA SAN JUAN, los va a tapar el olvido. En su familia no, pero en el destino de una nación don Ata es claro: “… como la vida tiene su ley y su sinrazón…”
Algunos de esos trapos dicen Catamarca, Corrientes, mencionan nombres, distintos sitios, mientras se desflecan por el viento. En el día que pasé por el alambrado el viento movía esos trapitos, muchos de ellos banderas nuestras, banderas argentinas, que servían para arropar la nada contra el viento de la costa marplatense.
Conozco Catamarca, Corrientes, de hecho Santa Fe, el oficio de periodista me ha llevado a lugares donde no parece que hubiese memorias de algo y sin embargo una cuestión superior aparece en cada sitio y eso, la violencia contra el olvido, mantiene intacta la evocación. Un chamamé, una canción, una flor. Algo. El ARA SAN JUAN mueve esos sitios mínimos de donde salieron los muchachos.
Subiendo por Juan B justo a la vuelta, por calle Carlos Pellegrini, cerca del puerto, han pintado un mural. Un tapial que aún tiene brillante la pintura pero que después se irá despintando, si claro, es cierto don ATA, por la ley y la sinrazón de la vida porque seamos justos, la sinrazón pone a los 44 muertos en un lugar inasible. Ni de donde agarrarse ni de que abrazarse, salvo a la propia memoria, donde siempre estarán. Ahora que lo pienso tal vez ni don Atahualpa Yupanqui sirva como referencia en alguno que lea esta nota. A Don Ata el olvido se lo está llevando despacio.
Cuestiones del alma
Hay una pregunta que no podemos contestar pero que sigue y sigue. ¿Sabrán que se los recuerda, que se los buscó, que se los busca, que se los siente cerca…? No. No podemos contestarla. No sabemos si saben y se debe vivir con eso dentro.
Está claro que toda muerte está escrita porque apenas nos descuidamos nos avisa, la vida, que somos mortales. Pero…¿es Mar del Plata el sitio para buscar sus almas…? Medallitas, pequeñas vírgenes de terracota, de loza, de lo que sea, en los costados de la puerta de entrada de la base se quedan quietitas, como esperando algo. Las dejaron allí las familias. ¿Cómo se vive sabiendo que en algún lugar están?  No hay respuestas. Ninguna.
Hay una pregunta al alma nacional. Cómo vive una ciudad que se concentra en el verano y la felicidad al sol, al yodo y al salitre con el mandato de estar distraídos para manejar esta contradicción. Aquí se recuerda a los del ARA. En qué dia, de qué modo. Hasta cuando los trapitos en el alambrado. Hasta dónde de profundo las lágrimas.
La inutilidad de la muerte
Y la calidad de los muertos. Es en enero que aparece el “no se olviden de Cabezas”. Es en enero cuando asesinaron a Nissman.  Se los recuerda de modo diferente. La calidad de los muertos es injusta. Los asesinatos son todos iguales: asesinatos. Las muertes inútiles una pesada carga en quienes cometieron una tras otra las fallas, los desatinos, las pequeñas trampitas por dos pesos que llevan a la amargura colectiva: ARA. Desaparecidos. Inútiles muertes que se cargó la patria, las banderitas, los trapos, las personales lágrimas, el olvido inevitable.
Ya pocos encuentran la fecha de “los asesinatos en los basurales de León Suárez” (junio 1956) o “el asesinato de Aramburu” (junio 1970) y los muertos de Trelew. El Bombardeo a Plaza de Mayo. Todas muertes por manos específicas. No importa. De a poco el olvido las junta y un día, una vez, alguien hace memoria, pero es poco. Mucho menos se recordarán los muertos por desidias (21 por el gas en Rosario, 51 por los frenos de un tren maltrecho en Buenos Aires) muertes a las que pondrán monolitos y placas. AMIA. Embajada de Israel. Cromañon. Las placas son necesarias. No alcanzarán para calmar la angustia, cada angustia personal de quien tiene un muerto, un faltante en la mesa, en los planes para mañana, que ahora son diferentes.
El sitio absoluto para estas cosas ya no es una promesa de imposible cumplimiento, el “no lo haremos mas” sino el castigo de la historia, pero ni eso, porque tienen razón Mignogna/Nebbia cuando cantan: “si la historia la escriben los que ganan eso quiere decir que hay otra historia….” Claro que si, pero don Ata copa la parada y repite: …”Y como la vida tiene su ley y su sinrazón le fue llegando el olvido, y el olvido lo tapo’…” Duele. Ojalá que no. Argentina necesita que para muchas de nuestras cosas sigamos con esto: lágrimas y trapos. Muchas en muchos lugares, sin miedos, sin  falsas vergüenzas. Llorar lo que haga falta y dejar banderitas despintadas. Y qué. Por lo menos eso. Hasta que aprendamos. Ojalá que si. La pelea contra el olvido la pierde el distraído.

lunes, 22 de enero de 2018

El siglo de Carlitos Balá

*Publicado en el diario "La Capital de Mar del Plata"

La estancia en Mar del Plata, año tras año, me lleva a considerar algunas cosas como naturales. Todos los veranos, de un modo u otro, me cruzo con Carlitos Balá. Este hombre es, en si, un acontecimiento que debe mirarse de otra manera en una Argentina donde, en general, hemos tenido un trato esquivo, yerros, olvidos y mala suerte con los ídolos.

Ese es un primer tema a resolver. Carlitos Balá es / no es un ídolo. Ha llenado estadios, circos, ha recorrido el país, es reconocido donde se lo mencione y su rostro es una marca registrada que cruza varias generaciones pero, en serio: ¿es Carlitos Balá un ídolo?... . Ojalá. Nadie que piensa en Balá piensa en el mal, la venganza o, esto es seguro, en alguno de los siete pecados capitales. Es un ser como dicen, sin saber muy bien que dicen, que “Carlitos es un ser de luz”. Tal vez sería correcto advertir que Carlitos está iluminado. Que no lo sabe muy bien, pero lo soporta.

Venir de la nada 
Nacido en 1925 está claro que el siglo XX fue suyo. Y que este (el Siglo XXI) es un regalo para que sus ojos adviertan que no todo es igual, ni parecido y que el mundo ha cambiado. Totalmente. Carlos es un sobreviviente al asombro contínuo. El es un alto mirador de lo que fue y lo que es la sociedad. Se puede ver la vida del país a través de Balá. En un país a veces desolado, tal vez incoherente, Balá es un coherente. Referencia al mismo punto desde donde se lo mire, se lo piense, se lo evoque.

En el 1926 la literatura argentina recibe el primer Arlt, el primer Tuñón, el primer Alvaro Yunque, el primer Catulo Castillo de la mano de su padre, José González Castillo, recibe a Discépolo (“que vachaché”) a Güiraldes, Borges, Manzi, Cadícamo y el gobierno es radical. Es Presidente Don Marcelo Torcuato de Alvear, casado con Doña Regina Paccini de Alvear que es, al cabo, una artista casada con un político. Ya entonces había algunos de esos maridajes. Carlitos Salim Balaá, nacido en La Chacarita, tenía un año. Su sitio Buenos Aires. Ese Buenos Aires.

Cuando lo veo en la playa, donde llega tranquilo, los días de sol, advierto que su camino lo detienen una y otra vez. Siempre sonríe. Siempre la foto. Siempre algún pibe, pibes de 70 años o de apenas 5.Quien sabe algo de estas magias. Quien. Carlitos Balá tal vez no sea un ídolo, lo ignoro, es una cuestión que me excede, pero es mágico o, como suelen decir los sociólogos: es icónico.

Limpias espaldas al porvenir
Si el punto de encuentro es llegar “a los 90” por allí andan Mirtha, Menem y algunos mas que siguen caminando las calles, la vida, el día a día. Otros no caminan sitio alguno, como Etchecolatz. La sola mención de algunos despierta sentimientos inexplicables, como Amadeo Carrizo el arquero por excelencia. El siglo XXI los tiene de pié.

En cierto punto nada se le puede pedir a “Carlitos”. Su lenguaje, sus palabras, sus frases, que ya están puestas en el refranero popular, son parte de una vida en la que, esto es imposible de evitar, arrancó sin las radioemisoras. La primera transmisión con Enrique Telémaco Sussini es del 1920. Su biografía es una y no me meto en ella, pero la realidad es una suma que se condensa como en el “aleph” de “my dear Georgie” que pone todos los puntos en un punto.  Hasta que punto, al cabo, Balá no es un condensado del espectáculo y del espíritu argentino. Un “aleph” del bien contra el mal. Un mensaje.

No hay en Balá una herencia familiar, ni siquiera un vecino a quien imitar porque nada había de donde agarrarse. Qué país es ese que fabrica estos personajes. Los inmigrantes (el mismo un hijo de esas historias de esperanzas de un mundo mejor) aún no habían terminado de poblar las ciudades y organizar las aparcerías rurales, las colonias de pescadores y esa nostalgia del Adriático, del Tirreno, del Cantábrico, del Mediterráneo que tanto aparece en Mar del Plata

Todavía no eran nostalgias Tato Cifuentes. La Craneoteca de los Genios. La revista dislocada. La Redacción de El relámpago. RG y “Calle Corrientes, la calle que nunca duerme”. Augusto Codecá. Fidel Pintos para “mesié Canesú”. Niní Marshall. Sandrini. Pepe Arias. Pepe Iglesias. Biondi. “Los tres” y de allí, en algún momento…en un preciso momento…¡ Balá!

Un día el farol a kerosén se transforma, se expande la electricidad alterna versus la contínua, nos civilizamos en tendido de gas corriente y la pilita y la radio a transistores (chau radio capillita y a lámparas / válvulas) y el tubo de rayos catódicos alteran el mundo. Evita y la tevé. Es otro día. El mundo se vuelve computadora y un horario central para la salida de la escuela y el vértigo trae las transmisiones satelitales y la televisión color. Balá es una piedra en las costas con olas que mojan, ahogan, se alejan y abandonan. La roca queda. Estaba de antes. Ha visto a tantos…

Contra todos los Walt Disney’s del mundo los nuestros. Balá es de por acá, de aquí a la vuelta. El mundo es ancho y ajeno y Balá es uno de los nuestros.

El hueso del mensaje
Es tiempo de confesiones, no me reía con Balá tanto como me asombraba su modo de inventar palabras, volver situaciones difíciles un momento puramente cómico. Toco el aire… toco el aire, con   techito por si llueve, mamá cuando nos vamos… . La mas lejana “lontanáncica” me une a sus felices tonterías y la pregunta definitiva, casi como un código de argentinidad sin maldiciones: ¿qué gusto tiene la sal…?

Emociona lo simple de los recursos de Balá. El año pasado, en el Teatro Auditorium de MDQ ante el peor público posible, los compañeros de espectáculos, curtidos para esquivar todos los recursos del rubro, cuando se entregaron premios que muchos artistas marplatenses objetaron (no por sus ganadores, sino por objeciones a la Secretaría de Cultura de la administración municipal) todos los presentes, todos, cuando “Carlitos” subió a recibir un premio especial y habló, para agradecer, demostró que la magia estaba intacta, la figura icónica resistía (estos íconos, che) y la idolatría, si es que existe tal cosa mas allá de la mitología griega, lo tenía como uno de aquellos, de estos, de esos, de los que siempre se pueden mostrar para afirmar que el Siglo XX perdonó a los que buscaban la alegría del vecino y no recuerda del mismo  modo a los que no propusieron  el bien. Les vi los ojos llorosos a mas de cuatro. Es de ellos, de  tipos como Balá, un siglo XXI donde habitan sonriendo, sin miedos en las espaldas. Así debería ser, al menos.

Este verano, mañana si hay sol, sobre el mediodía, llegará hasta Playa Grande como dice el viejo monje:”… recibiendo el día con la vasija vacía, dispuesta al agua nueva, a la sorpresa del agua nueva…”
No es el predicador, el político, el cura, el pastor, el vendedor del humo del libro de las 100 verdades para ser feliz, Balá simplemente una vez, sin que se sepa muy bien (tal vez él ni siquiera pueda explicarlo, porque no se puede explicar la vida) es el tipo aquel que eligió la coherencia: me río, observo, me río y hago reir. ¿Cuándo?… Siempre. Un Garrick de entrecasa que resume un siglo donde pasó de todo. Un siglo que, gracias a la biología, la genética, el milagro inexplicable, todavía nos trae a Balá en el Mar del Plata y una sugerencia: Copiemos. Tengamos un gestito de idea…Gracias.

martes, 16 de enero de 2018

Mar del Plata no tiene límites

*Publicado en el diario "La Capital de Mar del Plata"

MDQ es ilimitada. Me refiero a la ciudad imaginaria, la que crece en la posibilidad de cada visitante y de cada habitante permanente. La ciudad del puerto, la ribera de pescadores, las piedras y las hortensias es una en la solidez de sus casas y otra diferente, ilimitada, en la visión que oferta día a día, paso a paso.
Entrar otra vez a “El Teatro Provincial” y “La nona” como a “La nona2” es satisfactorio, se paraba el tránsito en el boulevard a la entrada y la salida de los galanes. De aquel Bebán. De aquel Satur. Hubo un tiempo de ostracismo y telarañas pero como dice el tango: “siempre se vuelve al primer amor. Teatros otra vez. Otra vez aplausos.
En mi memoria aquellos esquicios disparatados de Carlitos Perciavalle y Antonio Gasalla, aún personajes en ascenso pero ya inatajables. Mar del Plata ilimitada. Empresarios y la elección: eligieron el teatro. Una apuesta que debemos advertir claramente, no es choripán, palo y a la bolsa. Es trabajo. Espacio para el pensamiento. Sólidas paredes esperando el aplauso y brindando el mensaje. Filomena Marturano, pero también el texto sobre los pacientes de “El borda”. El ensayo de homenaje a Eladia. Es grande el juego.
En algún otro lugar de la ciudad la milonga que no cesa. En el Argentino Bar no paran de bailar. Los chicos de “La Rayuela”, con fila de bandoneones, de cuerdas (ampliada con cello, contrabajo y guitarra eléctrica) y el piano para viejos tangos del 40. Cantantes y lo dicho. La pista que se usa para lo que corresponde: bailar. Los escuchan pero no tanto. Lo importante es bailar. Deberíamos reflexionar sobre los jóvenes instrumentistas. En algún lugar y de un modo que es cierto (repito a Borges en esto:” El tango crea un turbio pasado irreal que de algún modo es cierto, un recuerdo imposible de haber muerto peleando, en una esquina del suburbio”) Es de ellos el mañana y en Mar del Plata eligieron el tango. Y ése sitio, el Argentino Bar, trae el smog y la “carnacha” que se necesita para recobrar el alma de las ciudades portuarias, toda ciudad portuaria tiene los ritmos entreverados y un tango asomando en la solapa. Un tango que se baila, che.
En una sala que es una alegoría de nuestros pasados europeos, donde se enseñaba francés y ahora se enseña inglés, me refiero al teatro de un sitio de uso múltiple todo el año (Moulin Rouge, no Old Vic, qué cosa) un trompetista excepcional, una pianista rusa, una violinista… también rusa, junto al saxo, la batería, y el contrabajo avanzan sobre George e Ira Gerswin y su inatajable Sumertime, después sobre Herbie Hancock (Mister hands) para terminar con Astor, todo en tiempo de jazz – fusión, esa locura de Los Irakeres, de los Fattoruso, del mismo “Chiquito” Corea, de quien traen Spain con el concierto de Aranjuez delante, como pedía el autor. Eligieron pentagrama, estudios de conservatorio y jazz – fusión aquí, en Mar del Plata. No saben dónde llegarán. Parten de la música, ese idioma verdaderamente universal, como las matemáticas. Solo que, detalle, en la música dos mas dos puede ser 100.
Todos Mirtha
La Caviglia, una actriz, Analía Caviglia, no contenta con su Chaplin del año pasado (era sen-sa-cio-nal) trae una versión de Tita Merello que obliga a decir cosas de ella (je, por se dice de mi, no se si se entiende…) y sigue y sigue actuando… Mar del Plata y la esperanza no se limitan ni autolimitan. MDQ es un fenomenal “pum para arriba” y esa pareja que da lecciones de vida (ella y su compañero) no hacen otra cosa que decir, año tras año, que esta ciudad tiene una intensa pleamar que no se entrega.
Una ciudad donde ya he visto tres, si tres Mirtha Legrand. Una la irrepetible, aquella, la diva del teléfono blanco, que es ésta, firme en sus juveniles 90 años, demostrando que la vejez es una sensación y que si no se la tiene (a la sensación) el futuro comienza mañana. Para la niña de “los martes orquídeas” en los años ’40 la vida comienza mañana. Irrepetible pero si imitable. Mientras Tarico es Mirtha y Fátima es Mirtha suponemos que la señora Suárez de Tinayre, desde aquel pueblo santafesino hasta hoy puede decir, ella con mas profundidad que otros, que Mar del Plata no tiene límites. Y que empieza mañana. Como ella.
Hay una MDQ ilimitada, inatajable y aleccionadora. Los mas de 150 espectáculos marplatenses no son otra cosa que eso, la demostración del fervor porque el mandato es claro: empujar el límite mas allá de lo posible. Que para eso están. Para eso están los límites y el mandato de la vida. De la vida cultural. Una vida que se trabaja todo el año y que florece ahora, sobre el solsticio de verano.
Sin embargo hay una línea que debería trazarse, que no está y que hace falta. Para el teatro, los peatones, los conductores. Lo mismo, lo dicho, como una alegoría. La vida es una alegoría esperanzadora, como intentamos demostrar con estos ejemplos. Pero volvamos al faltante. Uno de los faltantes. La línea blanca que divide a los autos que van para allá, de los que vienen para acá, en el tramo reasfaltado del boulevard. Del boulevard sobre el mar. El que no tiene equivalentes en el mundo. Alguien debería decirle al intendente que no es mucha plata y que, por lo demás, lo que cuesta vale. Una línea que marque el límite de los autos en esa calle (un emblema) parece broma, pero ayudaría a volverla a MDQ mas inimitable. Ilimitada.