Especial para el portal Urgente 24
El 11 de diciembre de 2015 asumió como presidente Mauricio Macri. Argentina venía / viene de un país políticamente definido en la década del ’40 del siglo anterior. Tal vez antes. Aproximarnos es mirar nuevamente el paisaje. Nosotros somos el paisaje, inexplicable para los turistas. Mirar es necesario. Demasiados fracasos recurrentes.
Necesitamos ayuda para entender nuestro conflicto como sociedad, uno de cuyos nudos consiste en asomarnos al pasado como restitución, no como antecedente. En el pasado, como en el hoy, está el peronismo enfrentándonos. Releer es ayudar a la comprensión; no es posible la restitución.
Todo reduccionismo trae yerros. El afán del esquema, que facilita lecturas, se agrega a las complicaciones. El esquema confunde. Estamos complicados con el peronismo. Es nuestro componente fundacional para definirnos como una democracia liberal, republicana, representativa y federal. Para muchos un escollo. Acaso ese es otro interrogante. Una cuestión que excede al peronismo. Los yerros, claudicaciones y excesos, le quitan legitimidad a la definición ¿Somos o no somos republicanos, representativos y federales? ¿Queremos una democracia liberal?
El peronismo inunda todo desde 1943. En la víspera de su alumbramiento las divisiones sociales e históricas existían. Podría afirmarse que la génesis peronista es parte de ésa grieta, división, lucha facciosa y que, en todo caso, supo como usarla.
Argentina es, de modo permanente, un territorio divisionista. Para indicar un mojón: no es transparente desde “la máscara de Fernando VII” en adelante.
Perón elude la contradicción que anuncia el marxismo, incorpora la lucha de clases como una diferencia elemental, humanística si se quiere plantear de un modo, también visible y estructural si se quiere proponer desde otro sitio. El peronismo escapa del análisis marxista. Perón lo niega. Refiere a justicia / injusticia. Se trata, según los argumentos basales, de Justicia Social. Al incorporarla de facto, que eso hace, resuelve que es este, el facto, el que equilibra cuestiones de desequilibrio social y repartija que el socialismo, el marxismo, el mismísimo neo capitalismo analizaron y propusieron ejecutar de otro modo. Perón evita hasta el diagnóstico materialista. Dura cuestión pero inapelable. Todas las variantes del marxismo estuvieron enfrentadas a la interpretación peronista de la sociedad y las salidas posibles, claro está. Poco ha cambiado.
Es el Estado Paternal quien organiza los sindicatos y se propone como “arbitro” de los conflictos entre patrones y obreros, el eufemismo que el relato peronista toma para eliminar “contradicciones”, “lucha de clases”, “capital”, “trabajo” proletariado y ”plusvalía” de la jerga cotidiana.
Argentina, desde Perón en adelante, se desentiende de esa contradicción universal. No adhiere. No tiene votos. No es parte del análisis. Sólo anhelos comunitarios en una sociedad descuidada, primitiva y carente de pasado. Argentina es aluvional en el siglo XIX y mitad del siglo XX. La fotografía que el peronismo hace de la sociedad congela el país. Aún refiere, el actor social argentino, a la justicia social como una herramienta evangelizadora.
El mundo bipolar
Su trabajo de instalación en la sociedad mundial pre Yalta y Breton Woods comprende el anuncio del hecho antes que el hecho (las “tres banderas” son una meta, no una concreción) y cualquiera advierte que la soberanía política y la independencia económica no pueden ser, sobre 1945, otra cosa que un enunciado esperanzado ante un mundo en el estado en que se encontraba.
La frase “mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar” es de consumo interno. El relato fascina. De la fascinación a la ensoñación hay solo matices. El peronismo es fascinante. Perón, el gran relator, se los advierte: lo pensamos, lo dijimos, debemos hacerlo.
Deberíamos reformularnos lecturas. Leer, se sabe, es alterar la memoria, el pensamiento, el proceso intelectual porque incorpora mas elementos. Aún hoy. Negar la lectura es negar un proceso de crecimiento intelectual. Los que se niegan a la re lectura, otra vez, del peronismo, acrecientan el problema.
El 4 de junio de 1943 no debería quedar tan escondido. Es imprescindible releer la toma del poder (real)por el grupo de militares que toman el poder (formal) … de las manos de otros militares. Nota: desde el 6 de setiembre de 1930 el poder militar compite con el poder político y quita validez al voto. Perón es un militar, uno de ellos, que lo re jerarquiza. Un Irigoyen. Un Alvear. Dos años mas de Irigoyen. Catorce años. Fin de la película de la democracia liberal y del voto secreto y obligatorio para la mitad de los habitantes de Argentina.
El trabajo dignifica
La ubicación de Perón en la Secretaría de Trabajo define el futuro de Argentina con mucha mayor claridad, eficacia y trascendencia que cualquier otro acontecimiento de esa contemporaneidad. Toda su tarea, con las consecuencias que hasta hoy se analizan, se entienden, se sufren, se vituperan y/o exaltan tiene un nacimiento inapelable en aquel núcleo.
No es en el “brazo político” donde se nutre el peronismo de su genética piramidal y confrontativa, pactista y prepotente, revanchista y pragmática. Cínica. Obvia. Lúcida. Realista. Es de esa pirámide de pirámides que conforman los gremios, su forma de elección, su sistema de mantenimiento económico, de donde proviene la genética que lo preserva. No es un acontecimiento político, es una conquista gremial lo que resume el peronismo. En la Confederación General del Trabajo está la matriz peronista. La política adhiere. Medra. Asola. Desmerece.
En Argentina hay negaciones pecaminosas. Nos negamos a mirar a los verdaderos integrantes del poder. Es con los gremios que Perón redefine el equilibrio político en Argentina. Fue su primera misión, que parece olvidada hasta que los sindicatos de base la reflotan. A “los sindicatos de base” les repele la pirámide. Es mútuo el resentimiento. El sindicato único y la afiliación, las conquistas por decreto retrasaron, tal vez para siempre, los grupos levantiscos, revolucionarios proto anarquistas, marxistas, trotkistas, chinoistas, guevaristas. No fueron nada mas que un ala tolerable ( a veces) en cualquier sindicato que ya era parte del poder político. Demasiado simple para verlo: siendo parte del poder político no hace falta conquistar el poder. ¡¿Cómo conquistar lo que ya se conquistó!?. El peronismo es la “gran mosqueta” a la izquierda progresista del siglo XX en Argentina.
El poder ausente
Cuando mencionan a la burocracia política como uno de los males (su afán de perpetuidad es nítida e inefable) suelen, por cuestiones de diplomacia gerencial, publicidad o simplemente cobardía, ignorar que la burocracia sindical es parte del mismo mal. Usar las burocracias y luego denunciarlas no es combatirlas y no es compatible con un esquema que intente eliminarlas. Ese error ha costado mucho. Cuesta. Costará.
De 1955 a 1973 pasan 18 años. Proscripción, persecución. Censura. Perón vuelve. No se puede entender el ejercicio de la democracia liberal sin aceptar esa contradicción. Hace falta otra lectura de un período que definió / incidió profundamente en el último tercio del siglo XX.
Es en el discurso del 1° de mayo de 1974 (cuando la fractura con el ala guerrillera es pública y definitiva) cuando reivindica a la Resistencia Peronista. Releer permite otros significantes. Los amantes de la guerrilla como salida del peronismo proscripto han hecho las suyas. Han denigrado a Perón algunas de esas interpretaciones. No todas. Perón vuelve al poder y señala en su discurso que lo sostuvo en la sociedad y que lo seguirá haciendo ése sector: el gremialismo. Por las dudas. Se hace votar nuevamente. No abandona el voto como legitimidad.
Alfonsín y el relato ganador
Desde el 1955 y hasta 1983 los pactos militares afectan al gremialismo en todos los procesos del Partido Militar que gobierna con Golpes de Estado). El eje del relato proselitista de Alfonsín: la denuncia del pacto militar sindical, lo convierte en triunfador. Lo suyo es de una importancia histórica que acepta la desmesura. “Hay un pacto cívico militar. Vengo a salvarlos”. Deja en superficie que el gremialismo comparte el poder militar. Nota: triunfó en 1983, derrotando al peronismo y lo dejó temblequeando en 1985. Alfonsín incorpora una lectura superior.
Reparemos: el relato alfonsinista triunfa, en toda la línea, sobre el relato peronista. Políticamente hablando. Es la primera vez. Gana con los votos sobre un peronismo que pide eso: los votos. Juicio a los militares. Apoyo nacional. El alfonsinismo avanza raudo. Es su empecinamiento sobre el sindicalismo como el enemigo a derrotar (Alfonsín y sus asesores con alto grado de politización teórica) el que desarticula su poder. No estaba equivocado su gabinete de analistas. Lo estuvieron sus políticas socio económicas y algunos dirigentes cercanos con alto grado de ineficacia. Hoy todo es historia y quien analice esas entrañas del poder sabrá “porcentualizar” culpas de un final anunciado. Ubaldini fue una herramienta. La pirámide gremial un arma muy poderosa.
El hiperliberalismo y la catástrofe
La caída de Alfonsín y el ascenso de Menem (secuencia indivisible) pone al gremialismo en funciones puras de gobierno. Es demasiado. Integra, como partícipe necesario, políticas que actualizan al país en tecnología, superando mas de 20 años de atraso y, a la vez, lo pauperiza en empleos y su secuencia: costos sociales. La corriente híper liberal no perdona, “no tiene corazón”.
Es en 1990 cuando crecen mas grupos gremialistas contestatarios y es el propio gremialismo, tan vertical por construcción, el que se “cura en salud” y pone a la ofensiva a gremios impensados: bancarios es el ejemplo mas notorio.
Iguales ingredientes, parecida milanesa
Es con Menem que aparece “el otro gremialismo”. Reproduce conductas. El uso de la misma matriz que combatían le quita espontaneidad a la réplica. El correlato político es similar. Otras centrales obreras. Otros formatos políticos. Copias que se anuncian” honestas”. Como el peronismo, parecido y diferente. El Frente Grande es eso.
Las tragedias no admiten sutilezas. Los que se apartaron en la década del ’90 retornaron o se asimilaron a las estructuras vecinas después del 2001. No habían inventado una salida, solo habían rechazado la que ofertaba el ala híper liberal del peronismo en el poder.
“Mi único heredero…”
Ya desde julio de 1974 las interpretaciones políticas del peronismo son el eje de su fuerza; a veces multiplicada, en otras ocasiones excesivamente difuminada. Se agranda o disminuye en esa interpretación confesional. Nacido en las entrañas del poder el peronismo solo se resignifica dentro. Fuera se victimiza. La muerte de Perón dejó a todos con libertad de palabra.
Miremos otra vez. La muerte de Perón deja una foto. El peronismo llega al poder por el voto. El liderazgo no se comparte. El peronismo y su brazo mas eficiente, el gremialismo, es piramidal. Hay un solo jefe. Mas de uno es ninguno, dicen antes de cada pacto confederal e inter gremial.
El fin de siglo aparenta un fin de ciclo. Es otra vez el gremialismo el que “corre” a los políticos con una incorporación que aparenta tan espontánea que oculta su trama. Clase media urbana. Arrabales desclasados. Medios de Comunicación como actores centrales. Por los MdeC se guiaba hacia los saqueos y se llamaba a los cacerolazos y las plazas. Nótese la afirmación: los MdeC son desde el 2001 los actores centrales. No abandonarán ese sitio. No es denuncia ni diagnóstico. Sucede en el mundo. Ted Turner compró la cobertura de una guerra petrolera en exclusividad.
Hay que mirar la TV
Los gremios ya no están solos, comienza el repliegue. De una parte las denuncias de corrupción, de la otra el inmovilismo, la incapacidad manifiesta y, también, la gestión positiva de los sindicatos de base (un modo de mencionar a los sectores ideologizados y dogmáticos)
Los gremios ya no están solos, comienza el repliegue. De una parte las denuncias de corrupción, de la otra el inmovilismo, la incapacidad manifiesta y, también, la gestión positiva de los sindicatos de base (un modo de mencionar a los sectores ideologizados y dogmáticos)
Aparece otra grieta, otra división que no se puede ocultar. Es muy visible. Conglomerados urbanos empobrecidos versus feudos políticos extremadamente corruptos. Feudales en el mas profundo sentido.
Los dirigentes “centrales” pactan con los señores feudales para el sostenimiento de la democracia liberal (la formal). Esa división la cabalga el peronismo, pero no la domina. Ni la explica. Sucede hoy, hoy mismo.
La clase dirigente urbana se encuentra en otra encrucijada. Métodos del siglo XXI de dominación o herramientas antiguas, con bastante esclerosis en cada una de sus articulaciones.
Así como Menem tornó excesivamente liberal al peronismo el “Grupo K” lo radicalizó. El “Grupo K” habilitó a los sindicatos de base, a las organizaciones sociales minoritarias pero muy activas como modo de ampliar su base y quitar monopolio y capacidad de chantaje al gremialismo. Promovió otros “paradigmas”. Hacían falta. Fue otra “actualización doctrinaria”. Los yerros personales no.
La realidad atropelló al Grupo K. Derechos Humanos, Derechos de Género, denuncia de las violencias familiares y lo básico: visibilizó a quienes estaban fuera del sistema. No disminuyó esos porcentajes de famélicos, los incorporó con su tragedia como parte del relato. Los contuvo. No eran delincuentes, eran víctimas. El uso de la calle como sitio de diálogo político y un subsidio estatal reconociendo la pobreza y la imposibilidad de la relación capital / trabajo / estado define una sociedad distinta a la que recibió a Perón en el 1943/45. Esa es la sociedad 2010/2015. Se habían terminado las tasas chinas de crecimiento. Vuelta a la teoría de la CEPAL sobre deterioro de los términos de intercambio. El mundo iba / va hacia otra división del trabajo, del poder, de los equilibrios mundiales.
Esos números inocultables…
Hoy existen en Argentina 15 millones de personas incorporadas elementalmente al agua, luz, alimentos, la salud, la economía familiar estable. No la tienen, pero han adquirido el conocimiento que es un derecho esa posesión. Que algo se puede negociar desde esa injusta posición degradante.
La miserabilidad se negocia sobre la conciencia culposa del dirigente y su necesidad liberal: el voto. Todos los dirigentes aceptan una lógica diferente sobre las palabras injusticia, igualdad, equilibrio. De este lado se acepta que esos son los términos.
El grupo K incorporó el derecho a peticionar. Los MdeC contribuyeron. Las quejas no son justiciables ni judiciables. Son básicamente “comunicables”. El Superior Tribunal de la condena pública… o de la absolución.
Así es Boca
Mínima nota: el dirigente social no lucha por otra cosa que no sea el poder y el poder se ejerce, es dominio de la situación, posibilidad de conocer el mañana y, acaso, acomodarlo. De eso estamos hablando.
Con el Siglo XXI aparecen otros dirigentes con la misma idea, tomar el poder, pero con otra construcción. La especialización, la sistematización, el uso del mapeo, de la estadística, de las secuencias algorítmicas, del contacto individual que se viraliza. El “team”.
El peronismo gremial sabe que su sistema colapsó. El político que aceptó esa matriz genética también lo sabe. La “democracia liberal” que se enuncia, se define como representativa, republicana y federal sabe que no está en condiciones de sostener sus enunciados.
Los dirigentes que ejercen el poder van a caballo del final de aquellos paradigmas y sus estertores y el uso de los MdeC y los diferentes modos de viralizar la conformidad. Los actores políticos son todos bilingües. Pactan con el pasado por los votos y el status quo y se preparan para una era industrial con poquísimos ganadores. En estos pagos y, por ahora, uno solo.
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