Google+ Raúl Acosta: Remember #AntesQueMeOlvide

jueves, 31 de agosto de 2017

Remember #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

Antes que aparezcan objeciones. No es uso del idioma inglés. Se llamaba y aun se llama así un bar en el centro de la ciudad, en el cruce de dos medias galerías que salen a dos calles.

En la misma galería existía un pequeño local de venta de ropa muy exclusiva: Oxford. De un muchacho de apellido Gauna, “la tota Gauna”, ignoro el nombre. Eran dos socios. Un tremendo lío de amores contrariados terminó con esa historia. Soy de los que miraba desconsolado esa vidriera. No había plata para esa ropa exclusiva. Daban ganas de comprarse todo.

Al bar si concurríamos, hasta se entendía como natural quedarse parado en mitad de la galería, porque el bar tenía pocas mesas y se suponía que hacíamos eso: esperar mesa. Los hombres mirábamos a las mujeres, la inversa también es válida. Cualquier otra opción no fabricaba sustos a nadie. El mundo moderno, como se decía, el mundo moderno pasaba por Remember.

En un edificio construido en la misma época, al mismo tiempo, había monoambientes en alquiler (pero esto es leyenda urbana ya prescripta) muchachos deportistas, de la primera de alguna de las dos instituciones “rosarigasinas”, alquilaban un departamento y los “claritos” y “Tom Collins” terminaban allí. En compañía, claro está.

El otro sitio de bebidas y música tranqui era “My Glass”, donde algunos colegas de la máquina de escribir y la cámara de TV, terminaban el atardecer, el anochecer y, casi con seguridad, el amanecer. Este reducto estaba ubicado en calle San Lorenzo, mano derecha según el sentido en que circulan los autos, antes de calle Corrientes.

Cómo hacía la ciudad para pasar por esa galería o acodarse en la barra de aquel bar de copas es un misterio urbano, pero una generación entera sabía de su existencia. Hay palabras y sitios claves para cada grupo, para cada tribu. Los mayores no los conocen. Los mas jóvenes tampoco. Cada generación, cada cofradía tiene su reducto y lo ha creído, lo cree el único, el mejor, el verdadero.

No dejamos de ser niños y por tanto caprichosos, arbitrarios e infinitos. Habrá quien diga que el licor en Paco Tío fue el mejor. Cómo discutir una afirmación del absoluto. El mejor, el peor, el único. “No habrá ninguna igual, no habrá ningunaaaa” canta un tango. Otros pedían su “negroni” en el bar del Hotel Palace, tan pequeño que se llenaba con pocos bebedores. Poco queda de ese reducto, casi Córdoba, sobre Corrientes,

A solo título informativo indiquemos que había un comedor llamado “Salonika”, otro llamado “El sibarita”, que estaba “la Cochera del Profesor Plum”, el bar Bahía, los pollos en “El Nacional”, por calle Mitre, frente a “La comedia”, que la mismísima Comedia (teatro La Comedia) tenía un restaurante ad hoc.

Tome o deje. Los acontecimientos populares se festejaban en Corrientes y Córdoba. No estaba iluminado artísticamente ni era el ágora de nadie la explanada del Monumento a la Bandera. Para el diccionario Remember es “acordarse de”. Bueno. Es así. Era asi.

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