Google+ Raúl Acosta: Silbido #AntesQueMeOlvide

miércoles, 17 de mayo de 2017

Silbido #AntesQueMeOlvide


Publicado en el diario La Capital

Hay una canción que se llama “el alegre silbador”. Es una traducción, pero el silbido existe. Era. Aún puede ser. Raúl González Tuñón dice que los ladrones, entre sus atributos, deben saber silbar. Qué cosa es el silbido. Al igual que la palabra es viento pasando velozmente por algún  lugar. El sonido es eso. La respiración, cuando se oye, es eso. El viento que pasa por algún sitio y provoca sonidos. El viento, si se piensa, se puede oir. No es poco.

Hubo años e infancias donde el asunto era artesanal y pedagógico. Nos enseñaban a silbar. Silbar no es chiflar. Un chiflido no es un silbo. Chiflar no tenía otra utilidad que llamar. Chiflar y nada mas. Silbar era otra cosa. Una canción, una compañía. Era, conjugación del fue y no volverá, lagrimitas, tristezas y esas cuestiones de la neblina y el te acordás. Hay que acordarse del silbido.

Hubo un país donde la gente silbaba por la calle. Este país. El hombre de la bicicleta volvía despacio a su casa. Dos broches de la ropa en los pantalones, para que las botamangas no se enredasen con  la cadena (de la bicicleta). Pedaleadas lentas hasta la casa allá, en el fondo de la calle, cuando el asfalto se vuelve tierra apisonada. Gomín y ruedas anchas, caño despintado, cadena que chirria. Bicicleta de laburante. Minga de farolito o timbre. Y el hombre silbando. Albañil, plomero, media cuchara, remendón. Algo. Volvía silbando a la casa humilde, la lamparita encima de la mesa en la cocina, living, sala de estar y biblioteca. Todo. Volvía silbando. Lo esperaban.

Desde las obras en construcción los albañiles silbaban a las muchachas. Así era. Después venían los piropos, otra institución inexplicable. Un país donde es necesario volver a explicar, como una tarea pedagógica a Chaplin, Sandrini, Olmedo, el no matarás y  no robarás y la Cuaresma es una tarea descomunal explicar el silbido de admiración. Fiuuu!.  Imposible. Del piropo ni hablar. Estamos en diferentes mundos. Este es otro.

Muchas letras, poemas de las canciones, mencionan al silbido. Algo del alma trashumante, de los pensamientos populares, se escapa en el silbido, ese viento organizado en sonidos. Como todo pensamiento popular no tiene dueño. Canto rodado. El silbido resuelve para dentro y avisa (afuera) que algo se viene cocinando. El que silba está pensando en sus cosas. Tal vez, esto es puro atrevimiento, hay pocos silbadores, pocos silbidos porque hay poca gente pensando en sus cosas. Ojalá volvamos a silbar. Fuerte.

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