Publicado en el diario La Capital
Los buzones de la esquina están en extinción. Con el fin de los buzones en el barrio hubo deserciones finas. No aparece el avivado que indicaba que era un negocio formidable. Parado a su costado, cuando venía el inocente, hacia desfilar a su parentela de asociados. Les cobraba por carta. El inocente se asombraba, compraba el buzón. Negocio formidable. El avivado se tenía que ir a otra ciudad. Se lo vendía baratito, baratito, créame. Pensándolo bien, por aquello de la oferta y la demanda, el avivado se fue porque desaparecieron los inocentes. Según las reglas de mercado esto es rigurosamente científico.
Comprar buzones era un rango extremo de inocencia (algunos usan otras palabras, sinónimos más enfurecidos) pero no estaría mal, para volver a la realidad más exquisita, la del esperanzado en el mañana, encontrarse con un buzón. Todo retornaría del pasado y el pequero, as de las “pecas” (entiéndase: pecados) el rey de la Mosqueta y el toco mocho, todos juntos vendiéndole el buzón a alguien, a usted, a mi, a quien sea. Pongámosle que a mi.
Hay que acreditarse para comprar buzones. Un comprador de buzones cree en la esperanza, en el discurso, en el porvenir y el aumento de sueldo, en el amor por tres naranjas y en el contigo pan y cebolla. Se necesita un frondoso carné de inocente para comprar buzones. Tal vez no lo otorguen mas. No en el siglo XXI.
Vender buzones es feo. Muy feo. Peor es quedarse sin ganas de creer que el mañana puede ser mejor, que volverán las oscuras golondrinas y el flaco Abel que se nos fue pero aún me guía. Conviene mirar hacia los tejados, pueden aparecer setenta balcones o un loco, motorizado en golondrinas.
Deberían volver. Los necesitamos. Los buzones son tan claros como el anochecer de un día agitado y la vida es, se sabe, una jornada de luz y de sombra. El sueño de un idiota, como dice Don Guillermo. Un idiota que aún busca buzones no es tan malo. Hemos visto tantas cosas y creído en todas ellas, que la compra de un buzón sería una intoxicación con agua destilada. Deberíamos reclamarlos. Necesitamos comprar buzones. Los buzones promueven los recuerdos y la nostalgia es la madre de cualquier relato, de cualquier buzón.
El presente texto pertenece al libro ”Cronicas rosarigasinas” (Antes que me olvide) de próxima aparición.
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