Publicado en el diario La Capital, 29 de diciembre de 2016
Jueves 29 . Junto al mar. Mariana y Verónica. Hola como va. Preguntas. ¿Pueden?.Dicen que si. Mínima data de ustedes. Estoy en pareja (una). Yo no (la otra). Ambas sonríen. Para que querés saber dónde vamos a la noche. Vuelven a reir. Cualquier noche, todas las noches. Ambas saben que no hay nada que pueda asustarlas. No de este modo. En el fondo de un bar, súper iluminado, un bar sobre Güemes, la calle que recorta dos perfiles. El veraniego, juvenil, y el de los comercios “teen”. El turismo armó esta calle. Si, trabajamos por acá. Sonrisas “again”. Finalmente es Mariana la que dice:¿tenés para anotar? Asiento con la cabeza y espera que abra, de verdad, la agenda. Habla tranquila. Como dándole una lección al tío, que no sabe nada. Lo que pinta por ahora, y viene desde el invierno, es las cervecerías artesanales. Hay muchas y el dos por uno vale como hasta la medianoche. Hay muchas cervecerías y vamos a las que podemos, no salimos todos los días pero algo hay que hacer para divertirse …(Verónica asiente y sonríe)
La mejor calle ahora es Olavarría, mas que Güemes, chau Alem, Alem es otra cosa, mas “dark”, nosotras no vamos por Alem. Quedo esperando que sigan, se miran. Vuelven a sonreir. Explico que no soy de MDQ, que por mi procedencia (niego mi extrema adultez como argumento) debo contar qué hacen los jóvenes y muy jóvenes en MDQ y no tengo data. Aclaran que es muy fácil. Sigue Marianita, pelo rubio, rulos que se abren como Barbra Streissand (imagino yo, pero no lo digo, la actriz y cantante yanky es tan veterana como el cronista) tal vez se rian si saben que la menciono para describir a Mariana porque la similitud, el parecido físico, como las referencias geográficas en un viaje, son armas de la memoria para quien la precisa y Mariana, como Verónica, no saben qué cosa es la memoria, están camino de ida y todo se registra en un disco duro lleno de presente, con muchos gigas y poca carga todavía, en fin, me ubico como puedo: rubia, pelo con rulos, cortado ahí, a mitad del cuello. Verónica tiene el pelo negro, largo, ojos oscuros, pecas y se ríe con dos mil dientes ordenados.
Se ríen siempre. La felicidad tiene una dosis imprescindible de sonrisas, de alegrías que estallan. Por la alegría y la inocencia se conserva la juventud. Finalmente continúan. Ahora es Verónica la que dice: San Martín no existe. La peatonal es “walkin dead”. De terror. Nada de nada. Nadie va al centro. A veces ni de día pasamos, ¿para que?.
Viene el mozo. Jugos y un tostado a compartir. Mediodía. Ni siquiera el menú de 160 pesos. Un jugo y medio tostado. Me asombra la mesa sobre la que dejamos los teléfonos y la miro y la miro.
¿Sabes que es “Samsara”? Me callo, pongo cara y espero. Es uno de los mejores. Es una palabra del sánscrito. Nacimiento, vida, muerte y reencarnación. Esa es la rueda, eso es Samsara. Lo cuenta con mucha seguridad. Retoma Mariana. Es el que mas…por ahora; los otros son “Quba”, Bruto y Míster Show. Pregunto dirección y estallan. Ahí, Playa Grande….¿Anotaste Quba con la “Q”? Asiento. Siguen. Se llega desde una sola dirección y uno debe irse por una sola dirección. Es mas fácil si no te pones mal. Si te sacás no hay forma que hagas otra cosa que irte para la salida. No es un mala zona Playa Grande, pero si no tenés onda…vos sabés…
No se nada. El fondo del bar, inmenso, con mucha madera, tiene una larga mesa de mármol, rectangular. Una mesa “comunitaria”. El sol la ilumina porque un “lucernario” (¿se dirá así?) un techo transparente sirve de iluminación a los helechos y los clientes. Nosotros. Hay pájaros, gorriones que buscan las migas y vuelan. Vienen y se van. Nadie molesta a los pájaros en la fuente de oro (el nombre está en otro idioma) la música es rock y pop pero no agrede. Veo un mensaje: nadie molesta a los pájaros.
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