Publicado en el diario La Capital, 26 de diciembre de 2016
Lunes 26. Junto al mar. En los comienzos del despertar “hippiento” en Rosario (década del ‘60) arrancábamos para “la arenera” (Arenera La Cruz y Rosas) y, cuando podíamos, cuando nos llevaban, cruzábamos a “El puntazo”, la punta de una isla humilde y muy salvaje (banco de arena anterior, muy anterior al puente Rosario - Victoria que cambió bastante el canal y, obvio, el rio, los riachos interiores y las islas entrerrianas) Rosario no miraba descaradamente al río. Ese destape fue posterior a 1994.
En el 1973, durante un curso en el Instituto de Cultura Hispánica, los técnicos sostenían dos detalles inalienables, inapelables para retener turistas (ya entonces en España el 33% del PBI era el Turismo, había Ministerio de Turismo y trabajaban y trabajan en serio) La arena y la línea del ocaso. No se podía hacer broma con esas cuestiones, mucho menos alterarlas, enajenarlas, despreciarlas.
La arena porque el turista viene al agua y la arena y allí debe tener comodidad, seguridad, servicios y espaldas seguras. Eso decían. Eso enseñaban. El turista es divisas.
La línea del ocaso era sencilla de explicar y de custodiar. Nada, nada debe interferir la línea de los últimos rayos de sol sobre la playa. Vienen por eso. Qué sentido tiene un rascacielos que cubra los rayos de sol sobre la arena si lo que vendemos es sol y playa.
Tan sencillo de entender que asombra la lejanía “rosarigasina” sobre este tema. MDQ también tiene lo suyo en esto de descuidar el negocio, aprovecharse, jorobar al que paga.
“Si no se realizan obras, se va a notar cada vez más el avance del mar sobre la playa, lo venimos diciendo desde hace años” señaló el vocero de la Cámara de Empresarios de Balnearios, Restaurantes y Afines de la Costa de Mar del Plata (Cebra) Pablo Pilaftsidis.
En estos últimos tiempos, sectores como Playa Grande, Playa Varese, Playa Bristol, La Perla y Perla Norte, se han visto muy afectadas por el avance del mar sobre la arena, que genera el efecto, no solo de dejar ciertas partes sin playas públicas, sino obligando a los concesionarios a “levantar” todos los días una o dos líneas de carpas y/o sombrillas.
El sector reclama la realización de trabajos que contribuyan a frenar la erosión y volver a ganar espacio de playas, pero aclaró que “se trata de obras que benefician a toda la costa, a toda la ciudad, no a los balnearios”; en ese sentido explicó: “todos los años se renueva el tema de la playa pública y con esta situación queda a la vista y demostrado que los balnearios no ocupan más espacio que el otorgado, sino que el mar está más cerca”.
Este comerciante trae un tema sobre el que nunca hablamos en Rosario. …“pedimos que cuando se contemple un dragado, se tenga la previsión de pedir una draga especial, que permita que esa arena que retira del canal de acceso al puerto, vaya a parar a las playas, como se hizo en el 98. Esa obra fue muy importante, rindió sus frutos, pero después no se hizo más nada”.
Ellos en 1998 última vez ¿Que hacemos en Rosario sobre este punto? Lo suyo es rotundo : “sabemos que se trata de una draga que hay que reservar con uno o dos años de anticipación pero también que, en costos, no implica una gran diferencia con la obra del dragado normal y que es mejor, porque con el último dragado que se hizo, la arena retirada la llevaron mar adentro y se perdió”.
Hay líos en MDQ con la arena, también con los rascacielos costeros. Como en Rosario. No hay regulación seria sobre la construcción en altura. Rosario pagaba muy bien la edición oficial de una revista: “32 pies”, referencia obvia al dragado, a los buques, al calado. El tema draga es conocido.
El turismo costero no es inaugurar un dron, es un concepto socio económico (y plata). Inversión y renta. Del estado, claro. Que viene de la arena y el sol, obvio.
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