Nota publicada en el diario La Capital el miércoles, 16 de marzo de 2016.
Los programas periodísticos de televisión responden básicamente a tres formatos generales: van desde los más clásicos hasta los que proponen un estilo rupturista, en los que el concepto de un buen tuit desplazó al relato.
Hay, hoy día, marzo de 2016, tres formas típicas de encarar el periodismo en televisión. Estas tres formas podrían redefinirse como "Mirtha Legrand", "Los noticieros mirando a cámara" y "el programa de paneles".
El programa de paneles tiene su más excelsa demostración en "Intratables", dentro de un canal que, recordemos, a la mañana, a la siesta, a la tardecita, a la noche, y cerca de trasnoche, tiene un "programa de paneles". La diferencia está en la gestión más o menos liviana, más o menos del corazón, más o menos chismosa, más o menos política y más o menos transgresora en el último programa, porque es después de las 22.
El programa de Mirtha Legrand es un heredero de la prehistoria de la televisión y su formato es clásico: una persona que es dueña del sitio con invitados. El formato del programa es tal que allí se llega, consagrado, a conversar con quien acepta que la persona que está sentada como comensal es eso: un consagrado. Ese formato tiene un conductor que dice "ahora sí, ahora no" y ese conductor es sagrado.
Otros programas son de corte informativo. Una persona mirando a cámara, puede tener un entrevistado o no, puede tener dos, puede tener un ayudante. El mundo lo reproduce. Aquí tuvo su consagración mayor con Bernardo Neustadt acompañado del monaguillo Mariano Grondona. "Tiempo nuevo" hasta consagró un personaje ideal: Doña Rosa.
Finalmente aparece el programa que se corresponde con el siglo XXI. Un panel donde, necesariamente, se cumplen roles enfrentados; está el bueno, el malo, el desgraciado, el advenedizo, el humilde, el orgulloso. Perfiles clásicos. Un productor detrás de cámara observa todo y va provocando, con la categoría que tienen los productores, el enfrentamiento entre cada uno de estos roles. Hasta los invitados se eligen buscando un balance. Son roles perfectamente definidos. Tuvo su consagración final, el 25 de noviembre de 2015, con las elecciones. Allí le ganó este formato, cuyo mejor ejemplo es "Intratables", a "6, 7, 8". Hay una definición muy clara en el por qué uno triunfa sobre el otro. Tuits versus relato. Ganó el tuit.
El único antecedente, definitivamente triunfador fue "Polémica en el fútbol" de Apo y Fontanarrosa. También era un programa con paneles, solo que dramatizado como "tribuna".
El esquema del panel de 6, 7, 8 es "todos estamos de acuerdo" y no "todos estamos en diferencia", y el sistema de los informes editados, para que sean tema de discusión del panel duran cuatro, cinco minutos, y los entrevistados y panelistas deben decir si les gustó o no les gustó, es bueno, es malo, viva la patria, viva Cristina. En el formato de "Intratables", los informes duran cuarenta segundos y hay cinco minutos (al revés) para que todos discutan y se pongan en desacuerdo.
¿Cuál es el trasfondo más grueso de esta cuestión? Con Mirtha Legrand había que escuchar la conversación entera. Con los programas de entrevistados, parejas, reportajes, había/hay que fumárselo con su discurso. Es el pacto. En "Intratables" el esquema es de 140 caracteres. El que no dice un buen título pierde su oportunidad. Hay que decir un buen título y estar despierto.
¿Sirve para algo eso? ¡Sí! ¡Claro que sirve! Porque esta es la cuestión. Mirtha Legrand, el modo tradicional de reportajes, e "Intratables", los 3 definen una situación de la política Argentina hoy.
La situación que definen es esta: no hay un partido político, no hay una trayectoria política, y si les hubiera, no alcanza para formular un candidato que no cruce este múltiple Rubicón. El candidato debe ser necesariamente mediático y, en el mediático de televisión, el discurso largo no alcanza, el discurso con ida y vuelta con una señora que pregunta lo que se le ocurre no alcanza y es necesario, en 140 caracteres, en un título, explicar todo para que lo voten o lo quieran ya, ya mismo.
De eso se trata. De que lo quieran y que lo voten. Todos aceptan que los quieran y los voten según la imagen que tienen en televisión. En programas similares al que es cabeza o estrella: "Intratables". Los asesores de los políticos, de los mandatarios, los aspirantes a políticos y/o aspirantes a mandatarios concuerdan en que es necesario participar de estos programas. De todos. Porque cada uno es como un súper-acto que uno no paga o, si lo paga, paga una vez un acto que se difunde en una inmensa proporción de televidentes, claramente superiores a la que pueden llamar en un acto propio. Esto... ¿qué resultado tiene para la administración pública?
El primer resultado que tiene esto para la administración pública es que, claramente, no se juzga más el manejo de la cosa pública por los hechos, sino por lo que de esos hechos se conversa en televisión. De modo que se aspira a un cargo, que se consigue participando mediáticamente. No hay sedes partidarias. Hay sets. Aprobado o reprobado mediáticamente. Por debajo va la Justicia, por debajo va el voto, pero cada vez es más visible que la Justicia y el voto... también se consiguen en un estudio de televisión.
Citemos a Roland Barthes. Lo verosímil (o inverosímil) en medios de comunicación es cuanto se crea siguiendo patrones conocidos. El patrón desconocido siempre será inverosímil. Nunca votamos a lo desconocido. Ni lo juzgamos, claro está. Mauricio Macri lo sabe. Nosotros también.
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