Nelson Castro en La Mañana Entera
-Doctor, ayer pude ver a la señora Presidente en acción. Se me hace que le falta una vuelta más y va a estar como Olmedo, teniendo cuatro discursos a la vez. Ya ha roto la cuarta pared, habla con los de al lado, con los del frente, tiene un diálogo, un libreto. Pero me parece que está como exacerbada o exagerada, lanzada sería. Está muy lanzada.
La palabra para utilizar en el contexto es desinhibida, desenfrenada. Tiene que ver con parte de sus problemas médico. Y ya lo hemos visto a lo largo de la presidencia y me parece que en este final ya dirá: “me voy”, así que veremos mucho estas cosas. Ayer alguien que había leído el libro, “Secretos de Estados”, me decía: “leí el libro y tenía unas preguntas, vi a la presidenta y no necesito preguntarte más nada”.
-Cualquiera sabe que no duermo del costado de la Presidenta, pero me planteo lo siguiente: desde el 90 esta mujer tiene chófer, teléfono, viáticos, una vida en escritorios, un “que linda que estás”, 25 años de relación le quitan a uno la posibilidad del contacto con la vida, con otra cosa.
Bueno, eso es así. Si vos efectivamente te dejás envolver rápidamente por lo que es la enfermedad del poder. Esto es una actitud ya de uno, porque a cualquiera nos puede pasar. El poder genera reacciones en las personas, que son increíbles. Por lo tanto, esto es lo que ha pasado en Cristina Fernández de Kirchner. Pero junto con esto hay, obviamente, características psíquicas de la Presidenta que han ayudado mucho a generar todo este ámbito. Acordate vos que Néstor Kirchner siempre decía “no le lleven malas noticias a Cristina”. Y eso ha también sobrevolado, más que sobrevolado dominado, la escena política durante los 8 años de gobierno. Cuando estuvo Néstor Kirchner, el freno era Néstor Kirchner. Cuando no estuvo Néstor Kirchner hubo otro freno. La presidenta solía decir a sus ministros “no me traigan malas ondas, yo quiero que estemos todos con buenas ondas”. Así que esta es la realidad que ha campeado durante todos estos años de Cristina en el poder.
-Usted viene del ámbito de la medicina, donde de un lado está la racionalidad, del otro lado está la interconsulta o la consulta. Acá hay un discurso, un relato y una decisión que parece unívoca pero lo que se me aparece es que es única, que no tiene, como en el ajedrez, una pieza de atrás para preguntar cómo sigue la jugada.
Ese es uno de los problemas de la conducción de Cristina de Kirchner, que está en sintonía con su condición psíquica. Así que esto vos lo describís muy bien, y no es casual. Una persona que no quiere verse expuesta a la contradicción, no quiere que el otro le traiga malas ondas, es una persona que se aísla. Es una mente que está interesada en conocer su propio pensamiento. A esto el agregás una elemento de narcisismo que tiene la presidente muy fuerte. Si vos ves el discurso de ayer, como tantos otros, la Presidenta, ¿qué hace? Habla todo el tiempo de ella. Una de las cosas que nosotros ponemos en el libro, que me la decía uno de los tantos médicos que la trató, una vez conversando con él yo le decía: “cuando está con la Presidenta, ¿de qué habla?”. Me respondía: “de ella”. Sólo de ella y todo el tiempo de ella. Esta condición de la persona tiene después un correlato en su conducta pública. Por eso este es el sustento del libro, que es un libro informativo, no hay ningún elemento de opinión mía, es una demostración en los hechos de cómo esas conductas finalmente públicamente tienen consecuencias. Porque son cosas que se ven públicamente además.
-¿No hay nadie que converse con ella? Yo no estoy cerca, geográficamente y tampoco políticamente, pero alguna de las personas con las que usted tiene contacto, ¿nadie le dice “tal cosa no conviene”?
Es muy difícil. Entre las frases que alguna vez dijo Carlos Zannini: “tenga en cuenta que a la Presidenta se la escucha, con ella no se discute”. Y este es un elemento que, en el off the record, lo han contado ministros. Y yo creo que a medida que pase el tiempo, una vez que se aleje del poder, vamos a tener muchos más de estos testimonios.
-Usted hizo un trabajo formidable, una vez creo que le comenté, sobre esa nota con el médico que cuenta de Perón en el suelo, en calzoncillos.
De los cuatros que trató a Perón en el momento de su muerte.
-Ese material que usted usó es sobre el fundador de todo esto, sobre Perón. Y en cambio ahora, la compañera Presidente, usted también tiene datos clínicos y de observación. ¿Qué es? ¿Una especie de plano clivaje y de aquello caímos a esto? ¿O hay puntos en contacto?
Cristina Fernández de Kirchner ha tenido en su presidencia cosas positivas, esto lo marco, pero ha tenido este elemento profundamente negativo de la confrontación como elemento de exclusión. Un elemento muy importante que quiero marcar. Vos y yo podemos discutir sobre una cosa, es una confrontación. Yo quiero que mi idea se expresa y demás, peor no quiero eliminarte. Son dos cosas distintas. Cristina nos ha llevado a esto, a la confrontación exclusiva, no inclusiva. Por lo cual, si yo te gané, vos no existís más. Esto en gran parte producto de… Por eso lo marco claramente, porque es lo que emerge y es notable, cuando los médicos que han hablado conmigo lo reafirman, es el reflejo de su personalidad.
-Admítame un psicologismo en la mitad de la barbarie. Yo supongo que si usted crea un hijo a cachetazos, cunado ese hijo se convierta en padre, la conducta va a ser el cachetazo.
Por supuesto.
-La compañera Presidente nos está criando como argentino en una pelea de cachetazo va, cachetazo viene. Lo que nos deparará los próximos años, ¿será seguir con el cachetazo o deberemos trabajar para salir del mismo?
Yo espero que no, y creo que tenemos que trabajar absolutamente todos para cambiar esto que ha sido involutivo con el concepto de convivencia, de pluralidad democrática.
-Sabemos que el voto es secreto, pero la compañera Presidenta, ¿votará a Scioli?
Es lo que se preguntan varios sciolistas.
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