Alberto Fernández en La Mañana Entera
-Los temas que hoy a la mañana estamos desarrollando, uno es el paro de los productores agropecuarios. El otro tema es la invasión a la justicia y el convencimiento cada mayor que esto, desde el punto de vista de la división de poderes no es sencillo de explicar. Y tercero, que en la provincia de Santa Fe, el peronismo, para bien o para mal, debe votar lo que decidió La Cámpora en Balcarce 50 en cuanto a la lista de diputados. ¿Cómo está viendo, desde el plano nacional y desde una posición de lo que es la macro, la situación del país, de la justicia y del peronismo?
La situación del país es una situación difícil. A mí me parece que Cristina, durante mucho tiempo, logró anestesiar la sensación de crisis y hay un momento donde la anestesia empieza a perder efecto a empiezan a aparecer dolores, malestares, resultado de que la anestesia está terminando su efecto. Y me parece que es un poco lo que está pasando ahora. Está pasando que os dólares no están tan recompuestos, las reservas no están tan recompuestas como se decía, el dólar empieza a tener una presión clara. Me parece que hay espacios en la economía, sectores de la economía, a los que el gobierno no les presta atención y están reclamando urgente atención. El campo es uno de ellos. El gobierno todavía sigue sosteniendo la pelea que ocurrió hace 8 años atrás, o 7 años atrás. Y no advierte que el campo, en este momento, está en una situación complicada, porque con los precios internacionales caídos, por más que en las últimas semanas tuvieron una última mejora siguen muy caídos. Para que entendamos, la soja en el momento de la crisis de la 125 valía, la tonelada, 345 dólares, y hoy vale 370, está prácticamente en los mismos términos. Y en el medio, en el país, se lo comió una inflación importante y un retraso cambiario que ya no ayuda. Me parece que la economía empieza a crujir porque se está terminando la sensación de anestesia. Ya ahora se empieza a notar que la anestesia termina y el dolor empieza a sonar.
El segundo punto, que me parece que tiene que ver también con esta percepción de crisis en general, es lo que está pasando con la justica. Ya está visto que no es que quieren ordenar la justicia, no es que quieren democratizarla, no es que quieren hacer una justicia mejor. Lo que quieren es que los jueces no les peguen. Y eso es evidente, porque los problemas que tienen los tienen con los jueces que investigan. No es que acá ha habido un plan de acción tendiente a mejorar la calidad de la justicia. No, se trata de sacarlo a Cabral porque Cabral está a punto de declarar la inconstitucionalidad del Memorándum de Irá, con lo que significa una enorme costo político para Cristina; se trata de sacarlo a Bonadío, porque Bonadío tuvo la osadía de pedir información de su hijo. Entonces, el problema es de nuestros jueces, con la anuencia de los propios jueces. A mí me parece que el gobierno está dejando en evidencia, con su propia conducta, que lo que quiere es no es una mejor justicia, quiere una justicia afín. Que son dos cosas muy distintas. Ni siquiera advierte que esos jueces que compran, son los jueces que mañana podrán comprar otros, en desmedro de todos los argentinos, que nunca tendremos justicia independiente, sino que tendremos jueces que están en un mercado, que es el mercado del poder, donde se compran y se venden. Y esto no es bueno, definitivamente es malo.
-La tercera cuestión, que ya es territorial. Los candidatos de la lista del Frente para la Victoria, fueron totalmente decididos en Buenos Aires. Algunos, como quien acompaña a Perotti, es una señora muy buena supongo. Peor que ni siquiera fue concejal en su territorio. Yo no sé si es bueno o malo que La Cámpora defina, pero sí que hay que marcarlo.
No es bueno que estas decisiones se tomen prescindiendo de la militancia y la dirigencia local. No es bueno, porque –te lo dice un porteño- la verdad que la distancia distorsiona y Buenos Aires no es un buen lugar para tomar distancia y tomar buenas decisiones. Es un lugar donde se distorsiona todo más fácilmente. Con prescindencia de que sean de La Cámpora, no sean de La Cámpora, sean buenos o malos, es de lo que no es bueno es que estas decisiones se tomen a tantas decisiones del lugar donde se decide. Porque en todo caso, la decisión se toma primero en Buenos Aires, lo que se está señalando es que no les importa la decisión de los santafesinos. Y eso sí no es bueno.
-Ayudame con una pregunta teórica, pero me parece que puede ser importante marcarla. La otra vez una nota de Caputto, hoy una nota de Fidanza. Hay varias notas de pensadores del diario La Nación, por decirlo de algún modo, que plantean que el populismo le está ganado la batalla a cualquier otra cuestión en la definición de Argentina. Y marcan que el voto no es todo, sino que igual hay que marcar división de poderes, etcétera, y que el voto no define todo. Y en realidad, desde el peronismo, donde estamos incursos, la pregunta que me hago es cómo nos paramos frente al exceso del gobierno de la señora Cristina para sostener que le peronismo es otra cosa diferente a la adjetivación despectiva con populismo.
Yo tampoco le daría tanto pie a la idea de populismo tal como lo plantean muchos pensadores conservadores. Porque la verdad no entiendo muy bien qué es el populismo del que hablan. Yo lo que veo es un sistema político instalando en el gobierno que, bajo la argumentación de ser peronistas, lo que hacen mancillar permanentemente las reglas de la Republica. No sé si eso es populismo, no es populismo. Yo la verdad no tengo la impresión sea Venezuela, donde hay tres mil presos políticos que están presos porque salieron a la calle a quejarse. La verdad que me parece que eso es un paralelo equivocado. Lo que sí creo, y tal vez es más grave lo que digo yo, es que es un gobierno que se lleva puesto todo lo institucional, y se lo lleva puesto con una flagrancia escandalosa. Y por ahí eso es mucho más grave. Y a mí me duele que el peronismo pueda ser confundido, porque le costó tanto tiempo al peronismo al mote que le metieron –en términos de historia, no quiero calificar para que nadie se sienta mal- los gorilas en el 55. Tanto tiempo le costó sacarse de fascistas y de mostrarse como un movimiento democrático que, la verdad, que vuelvan a plantearme que el peronismo es capaz, por ejemplo, de romper la división de poderes para garantizar la impunidad de sus dirigentes y es capaz de romper el sistema de independencia de justicia, eso me parece mucho más grave que ser populista. Mucho más grave y mucho más concreto. Y eso sí me preocupa.
-Desde Don Hortensio Quijano para acá, los vicepresidentes, del peronismo y cualquier otro gobierno, tiene una función que es poco menos que retórica o de florero. Muy poco ejecutiva. De modo que, para mí, no es eso que plantean también de que el vicepresidente puede condicionar a Scioli. Se me hace que es medio argumentación sofista. ¿Cuál es tu opinión?
Es cierto que cuando vos tenés un presidente fuerte, los vicepresidentes suelen ser débiles. Si tenés un presidente débil, los vicepresidentes pueden ser fuertes.
-Ahí se arma lío.
Claro. Yo veo un presidente, que es Daniel, que es mi amigo, que lo quiero mucho, tengo la mejor opinión de él, pero me estás pidiendo opinión política, voy a tener que decir esto también: me parece que es un escenario de un presidente que no ha sido capaz de poner un diputado. Y entonces, vos decía “el vicepresidente está pintado”. Bueno, el vicepresidente va a estar conduciendo el Senado; y el Senado, en su mayoría, serán conducidos por el vicepresidente. Y ese Senado tendrá el manejo de la comisión de Acuerdos, para designar jueces, y tendrá el manejo de la Comisión de Presupuesto y Haciendo, por ejemplo, que va a condicionar cualquier plan económico. Entonces, es cierto que si el presidente es muy fuerte, quizás no está pintado. Pero no sé si estando Scioli, el alter ego de Cristina va a estar pintado.
-Te devuelvo la pregunta, vos hablás de presidente fuerte. Quien fue tu amigo, Néstor Kirchner, fue dese el primer día un presidente fuerte. Y el vicepresidente, ¿quién era?
Daniel. Claro. También Daniel, la verdad que fue un hombre muy consecuente, que soportó… No sé si te lo conté alguna vez, pero mi amistad con Daniel surgió en esos días; en los días en que, a partir de una pelea con Kirchner, nadie hablaba con Scioli. Y el único que hablaba con Scioli era yo. Porque además me pareció una enormidad lo que estaban haciendo con Scioli, que solamente había tenido el tupé, entre comillas, de haber dicho que había que corregir las tarifas. Pero la verdad es que el carácter, las características personales y políticas de Kirchner, en absoluto son comparables a las de Scioli. Néstor Kirchner es un hombre, por naturaleza, confrontativo, fue un hombre de poner blanco sobre negro. Fue un político extraordinario. Scioli es exactamente lo contrario. Es un hombre que le escapa a la disputa, que le escapa a la confrontación, es un hombre que sufre con la confrontación. No tienen nada que ver, son dos personas absolutamente distintas, desde lo personal y desde lo político. Acordate vos, cuando Kirchner fue presidente, la designación de Scioli de vicepresidente se precipitó cuando corrían versiones de que Duhalde iba a poner a Chiche de vicepresidente. Y ahí tomó la decisión, en el acto, de ponerlo a Scioli para que nadie le ponga un vicepresidente. Ahí tenés la primera gran diferencia.
-Una última reflexión. Scioli y Macri conforman un escenario dual. Y la compañera Stolbizer dice: “necesitamos un espacio progresista”. Y del otro lado está Sergio Massa, que da un criterio esperanzador en cuanto a que conciliaba algunas cuestiones del peronismo y ponía a los sub 50 en carrera definitiva para un mundo que va a ser de ellos. Cambió ese escenario. ¿Qué podemos rescatar de aquel escenario hacia el 9 de agosto y hacia octubre?
Yo creo que cometió un error de base que es pensar que su figura es suficiente. La figura de nadie es suficiente, hace falta mucho más que eso, que es la construcción política. El gobierno tienen, sin duda, la figura más potente, que es Cristina, y sin embrago ningún día dejó de construir políticamente. Y Sergio cometió el error de no darse cuenta que la construcción política es mucho o más importante que potenciar la figura de un candidato. Y eso terminó siendo insuficiente. La Argentina hoy se debate entre el país idílico de Cristina y el país caótico de Macri. Y Massa se animó a decir: “no es ni un país idílico ni es un país caótico, es un país con problema. En el pasado se hicieron algunas bien que quiero sostener, algunas cosas mal que quiero corregir, y quiero hacer todas las cosas que no se hicieron”. Y ese discurso le termina costando la marginación del escenario, porque en Argentina, tan polarizada, que no tiene capacidad de revisar eses discurso, te termina castigando más. Y viene la polarización entre Macri y Scioli. Que es la decisión de tener un presidente formal, detrás del Frente para la Victoria con Cristina a la cabeza, contra el candidato ideal que disputó al gobierno, que es el candidato que representa la causa del pueblo nacional argentino de los años 90. En el imaginario público está muy arraigada esa idea de que Macri representa eso. Y tiene alguna razón de pensar eso el ciudadano promedio. La verdad que es un discurso que tiene mucho más que ver con los años 90. En un país donde 67% de la gente quiere que los servicios públicos sean del Estado, ese discurso es un discurso casi que da miedo. El gobierno fijó una buena estrategia y le fue bien.
-Tenés un bisturí que disecciona Argentina muy bien. ¿Estás haciendo algo o estás mirando todo por televisión en tu casa?
Cada vez que Sergio me necesita, estoy, cada vez que me pide una opinión, se la doy. Creo que hay que esperar. Nos queda, de aquí a octubre, un tiempo difícil y los cuatro años que vienen más difíciles aun. Es muy difícil pertenecer a un escenario donde todo es blanco o negro y no hay capacidad de reflexión absolutamente en nada, donde el gobierno hace 7 años se pelea con los que aportan el 15 o 20% de la economía argentina y que los obliga a paros agropecuarios, y un gobierno que sigue creyendo que el peso y el dólar es el que dice, y la mejor solución, para resolver los problemas, es mandar policías y agentes de inteligencia. Me parece que Argentina merece algo mejor que eso. Y cuando se vea que no tenía los 30 mil millones de dólares de reserva, cuando se vea que la inflación es un problema en Argentina, cuando se vea que la pobreza no es mejor que la de Alemania, cuando todo eso quede al descubierto, ahí vamos a empezar hablar de política seria. Y ahí espero tener la oportunidad. Este es un escenario donde sólo hay lugar para decir barrabasadas del otro.
Yo creo que cometió un error de base que es pensar que su figura es suficiente. La figura de nadie es suficiente, hace falta mucho más que eso, que es la construcción política. El gobierno tienen, sin duda, la figura más potente, que es Cristina, y sin embrago ningún día dejó de construir políticamente. Y Sergio cometió el error de no darse cuenta que la construcción política es mucho o más importante que potenciar la figura de un candidato. Y eso terminó siendo insuficiente. La Argentina hoy se debate entre el país idílico de Cristina y el país caótico de Macri. Y Massa se animó a decir: “no es ni un país idílico ni es un país caótico, es un país con problema. En el pasado se hicieron algunas bien que quiero sostener, algunas cosas mal que quiero corregir, y quiero hacer todas las cosas que no se hicieron”. Y ese discurso le termina costando la marginación del escenario, porque en Argentina, tan polarizada, que no tiene capacidad de revisar eses discurso, te termina castigando más. Y viene la polarización entre Macri y Scioli. Que es la decisión de tener un presidente formal, detrás del Frente para la Victoria con Cristina a la cabeza, contra el candidato ideal que disputó al gobierno, que es el candidato que representa la causa del pueblo nacional argentino de los años 90. En el imaginario público está muy arraigada esa idea de que Macri representa eso. Y tiene alguna razón de pensar eso el ciudadano promedio. La verdad que es un discurso que tiene mucho más que ver con los años 90. En un país donde 67% de la gente quiere que los servicios públicos sean del Estado, ese discurso es un discurso casi que da miedo. El gobierno fijó una buena estrategia y le fue bien.
-Tenés un bisturí que disecciona Argentina muy bien. ¿Estás haciendo algo o estás mirando todo por televisión en tu casa?
Cada vez que Sergio me necesita, estoy, cada vez que me pide una opinión, se la doy. Creo que hay que esperar. Nos queda, de aquí a octubre, un tiempo difícil y los cuatro años que vienen más difíciles aun. Es muy difícil pertenecer a un escenario donde todo es blanco o negro y no hay capacidad de reflexión absolutamente en nada, donde el gobierno hace 7 años se pelea con los que aportan el 15 o 20% de la economía argentina y que los obliga a paros agropecuarios, y un gobierno que sigue creyendo que el peso y el dólar es el que dice, y la mejor solución, para resolver los problemas, es mandar policías y agentes de inteligencia. Me parece que Argentina merece algo mejor que eso. Y cuando se vea que no tenía los 30 mil millones de dólares de reserva, cuando se vea que la inflación es un problema en Argentina, cuando se vea que la pobreza no es mejor que la de Alemania, cuando todo eso quede al descubierto, ahí vamos a empezar hablar de política seria. Y ahí espero tener la oportunidad. Este es un escenario donde sólo hay lugar para decir barrabasadas del otro.
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