Por Raúl Bigote Acosta
Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 20 de mayo
El peronismo, el movimiento populista que identifica Argentina, no ha roto esa "mágica razón religiosa"; aún la exhibe como condición para el poder que ejerció, ejerce y, aparentemente, ejercerá en nuestro país.
Ya no hay reclamos en ventanillas pero radicales, socialistas, demoprogresistas, comunistas y conservadores han ido, en diversos momentos de nuestra contemporaneidad, a pedirle a un general que resolviese por ellos lo que las urnas no les permitían tener. Siempre fue trágico. Trágico fracaso. Aún veo por las calles algunos de aquellos políticos que estuvieron en esa situación. Afortunadamente no me hablan de democracia. Asesinos derivados de un peronismo distorsionado, un trotskismo suicida y un marxismo incompleto también renegaron del voto.
El peligro es el asentamiento, en el fondo de nuestras sociedades, en el fondo de nosotros, de la creencia que se sostiene la verdad con una metralleta. Todavía hay restos de la omnipotencia que contiene la violencia. Más claro: en el gobierno nacional hay restos de este delirio, que aparenta virósico.
El peligro es la creencia de la verdad como un absoluto inalienable, inexpugnable. Definitivo. Todo populismo tiende al absolutismo por construcción. El peronismo es populismo. Premisa mayor y menor. Deberíamos entender que es un error genético el voto en el cromosoma peronista. Todas sus actitudes posteriores no lo tienen en cuenta.
Cuando se vota al peronismo se sabe que no habrá reclamos ni discusiones hasta la próxima elección. El poder se ejerce en su totalidad. El peronismo no debate ni pacta sino en minoría.
Cuando el peronismo ha tenido un candidato fácilmente identificable con sus liturgias la cuestión ha sido fácil. No hubo metralleta, sí hubo/hay un pisotón mayoritario. El peronismo no es una creación para la democracia y el debate sino para ejercer el poder en el innominado nombre de las mayorías. Y listo. El peronismo es un listado de reivindicaciones y revanchas. Debe comprarse el paquete completo.
Es posible seguir el desequilibrio institucional del país siguiendo el hilo del poder en el peronismo. El reciente libro de Ceferino Reato (Doce Noches, Ed. Sudamericana 2015) documenta en forma minuciosa el más cercano desajuste. La crisis del final del siglo XX y el comienzo secular que aún esgrime CFK como su más exagerada medalla.
Según se la entiende a la presidenta, CFK es una excrecencia del peronismo, es gracias a Ella que salimos del infierno del 2001 y por eso debemos votarla. El gran problema es que ella no es candidata.
¿Iremos hacia otro desfalco institucional como el que apresuró el helicóptero? No hay respuesta, pero la historia marca un camino. La crisis apareció porque el peronismo no estaba en el poder formal.
Punto. Esa es la carne, el resto condimentos.
Tremendos detractores de la democracia hablan del voto televisor, del voto heladera, del voto cuota. ¿Qué tipo de voto suponen posible?, ¿de qué modo entender su calificación del voto? Si cada hombre es un voto tal vez deberíamos aceptar el resultado. El peronismo el primero que debería aceptarlo. Ensayar la democracia parlamentaria es una materia pendiente del peronismo. Ha reprobado como mayoría y como minoría. Para el peronismo el Congreso es una cuestión formal, menor, pavota.
Difícil, desde el voto, vencer al peronismo. No ha sido fácil, las distracciones del peronismo contribuyeron. Un peronismo atento no entrega el poder. No sin luchar.
En estas elecciones 2015 el peronismo no tiene líder carismático para encabezar la reconquista y/o mantenimiento del poder formal ¿Se distraerá?
Muerto NK y fuera de combate CFK, las preguntas se amontonan. ¿Dónde se estacionará y por cuánto tiempo el voto peronista? El claro antiperonismo, que tiene a Elisa Carrió como la más visible walkiria, debe probar que cerrará la división que provocó la exageración de Carl Schmitt como libro de cabecera. No parece atinado insistir en que no se votará derechas o izquierdas. Se lee como capricho infantil. Parece más justo aceptar que el voto es el que definirá soberanías. Mayoría para gobernar y justicia a los que pierdan.
Un voto cismático es un voto inútil. Concepto elemental que olvidan. Tan básico como el conteo. De a uno. Hay otras categorías tan lúcidas como pintorescas. El voto "heroico" a un candidato con más principios "principistas" que votantes es positivo. Indica la existencia de los límites. Y su porcentaje sobre el total. No es un voto perdido. Es un voto señal.
El voto histórico o hereditario es una categoría en extinción, pero aún se cuenta que alguien vota al radicalismo porque siempre lo votó y/o lo votaba el papá. Pertenecen a otro país. A otra liturgia. Mágica razón religiosa. Única.
En estas categorías no hay voto castigo, es una mentira literaria. Simplemente el que no cumplió se reemplaza. Tan simple como eso. Ni voto marcado ni voto cadena ni castigo ni chas chas en la cola. Sirve, se queda. No sirve y se va. El peronismo desde 1946 está en contradicción con esta esencia. Quiere quedarse sirva o no. Parecería que el mal ejemplo cunde. Es una desgracia de la democracia. Desgracia con suerte. Cada dos años se vota.
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