Mirada desde el sur
(Publicado en diario El Litoral, 29 de junio de 2014)
El terrible suceso de Salta 2141, del 6 de agosto del año pasado, dejó al descubierto varias cuestiones.
Ese día, poco más allá de las 9 de la mañana desapareció un edificio. Eran tres torres en la dirección mencionada. Al ver dos de ellas humeantes, en la confusión, nadie se percató. Pero una había implosionado.
Durante una semana se buscaron cuerpos entre los escombros. Una zona de desastre total.
Aún hoy hay familiares llorando. No es para menos. La hora, como se dice, impidió que hubiese más muertos. Muchos se habían ido al trabajo. Un muerto ya es demasiado. Fueron más de 20, porque si bien algunos no murieron, su corazón, su alma, su forma de vivir desapareció junto con los recuerdos, las paredes, los afectos.
No todo terminó en la cuestión que, con juicios y desamparos, sigue su curso. Hay algo que se llama daños colaterales. El terrible suceso de Salta 2141 del 6 de agosto del año pasado, dejó al descubierto varias cuestiones. Una de ellas el difícil entramado de obligaciones y el fácil entramado de incumplimientos de cada uno de los pasos que van de Litoral Gas a las empresas constructoras, los consorcios, los vigiladores, los inspectores, la ley, el Estado por sobre todos. La gente que estaba fuera de la ley un poquitito. La suma de poquititos que estaban fuera de la ley fabricó una tragedia. Algunos no tienen perdón. Otros tienen culpas. Punto.
Después de las culpas, por vía segunda vienen los daños colaterales. En su momento dijimos que una de las cosas que pasaba (lo voy a explicar “en bestia” que es como lo puedo entender) es que se necesitaba una adecuación de todo el tendido de gas y que se hacía la vista gorda, la vista débilmente gorda, la visión nublada porque reponer el tendido de gas, según las obligaciones y los seguros y las válvulas y el acarreo por la calle y las ventanitas en todos los departamentos de todos los edificios y las revisiones periódicas, y todo lo construido antes de 1980, etc., etc., era una gran tarea. En suma: mucho trabajo obligatorio para que nada malo sucediese, que básicamente costaba mucho dinero.
En Rosario, hay edificios enteros que estaban y que están fuera de la ley. En cada uno de esos sitios hubo una especie de adecuación que Litoral Gas no exigió a fondo, el Estado no exigió a fondo y los usuarios no hicieron (a fondo) y los controles no fueron duros. ¿Se entiende? Aún hoy, si nadie se queja, la podredumbre y la vetustez campean, todo sigue mal. Se entiende: si no se quejan, Litoral Gas no interviene.
Después de la tragedia de calle Salta esto es lo que pasa. ¿Y qué es lo que pasa? Pasa que en un edificio, pongamos una esquina cualquiera, Corrientes y Urquiza, algo malo sucede, alguna pérdida, algo llama la atención a los que viven allí. ¿Entonces qué pasa? Viene el señor Litoral Gas y dice: “Esto está todo mal, hay que hacer de nuevo la cañería, hay que hacer de nuevo las ventanitas, los tiros balanceados, hay que hacer de nuevo los calefones”. Uy. Uy. Uy. Ese edificio de Corrientes y Urquiza estará, está tres meses sin gas. Acaso 100 días. Acaso 200 y aún sigue sin gas. Bueno, tres meses sin gas en verano, pero tres meses sin gas en junio... Ante la queja, la inspección y la adecuación. Sin queja, nada. Silencio.
Lo cierto es que está sucediendo, como daño colateral, que aquello que no fue resuelto paso a paso en cada oportunidad, desde que Litoral Gas se hizo cargo, monopólicamente, de la distribución, instalación y cobro, básicamente cobro, tiene apuros culposos. Debe resolverse, tipo manu militari, “señor: adécuese o no le reponemos el servicio”. ¿Y qué es lo que sucede? Sucede que Litoral Gas no da abasto, por una cuestión legendariamente perversa, primero tiene que ser un gasista matriculado y después Litoral Gas, quienes dan el okey, repóngase el gas, y después de la segunda revisión, la habilitación: este edificio vuelve a tener gas, por fin, no calentamos más la habitación con la estufa eléctrica ni cocinamos con el microondas, ni vamos a bañarnos a lo de mi tía Porota. Esa habilitación, rehabilitación, está tardando días, semanas, meses. No está bien. Muy lenta.
El servicio ¿está bien que se demore tanto tiempo? Sí, por seguridad; son daños colaterales. La Municipalidad, que es la que atiende en alumbrado, barrido y limpieza, ¿no tiene que tener un punto sobre este tema?, ¿no tiene que tener una mirada?, ¿no nos cuida la Municipalidad en esto? ¿Quién nos cuida en esto? ¿Defensa del Consumidor? ¿Defensoría del Pueblo? ¿Quién nos cuida?, ¿la provincia?, ¿la Nación? Servicio esencial brindado por privados. No se sabe quién nos cuida. El que nos cuida no nos está cuidando.
Los daños colaterales son muchos. Las soluciones son pocas. ¿Qué es lo que hacemos? No lo sé. Los usuarios dependemos de un servicio que, además, es monopólico. Recuerdo: es monopólico. Si preguntasen por la conformidad del servicio, si se hiciesen encuestas, si alguien del Estado vigilase más la cuestión no sería tan fácil, tan descuidada, tan injusta. Tan desguarnecida. Tan colateral.
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