En cierta forma uno recuerda ese fenomenal esquicio que aún protagoniza Vidoletti. El actor y su grupo representan hace años "Faldas largas" una extensión de "Radragaz", inefable tirilla cómica. Todos los parlamentos con la letra "a". Para el caso la aplicación sería esta: "la plata ta salvada". La cara Dakar zafa las macanas. Anda parada la casa. La máscara black atrasa. Largá blá blá. Pará la charla. Acabala ¡Chanta!. La marca gana, papá...
Ahora sin juegos de palabras. Rosario creció en consideraciones mundiales, aunque en sus barrios las cosas sean iguales o peores que en el año anterior y en la región no se entienda que Rosario es el eje del núcleo central de la República Argentina. Economía, gente, destino. Todo suma.
Con algún exceso en el mes de diciembre y de manera irascible en la última semana del año y en los días del acontecimiento (que no es eventual, estaba programado) los colegas que opinan sobre control ambiental y las intoxicaciones se ensañaron con el tema contaminación. Al parecer el Dakar era poco menos que el fin de la era limpia y el comienzo del mundo contaminado. Cualquier disquisición sobre los emblemas explica el asunto. Explica pero no resuelve. El Dakar es un acontecimiento emblemático y no había que perderse la oportunidad. Insultemos, insultemos al Dakar que algo puro quedará. Su razón llevan. Nadie los contuvo. No conviene ignorar las quejas. La Región Rosario vive del grano pichicateado para tener mas quintales por hectárea y de la vaca quieta en un box. Si no se charla con los que quieren una región menos contaminada la contradicción crecerá.
Los observadores del comportamiento oficial también tuvieron su sitio. Era gracioso transitar avenida Pellegrini con los gendarmes y la policía custodiando la nada de un sábado de sol y un domingo de smog. El viernes lujuria. Nunca tantos custodiaron tan poco. La relación policía, población y crímenes tuvo un porcentaje excepcional en la semana "dakariana". El ruego en las iglesias diseminadas por esa misma calle era sencillo. Virgencita, mándanos un Dakar por mes. No es posible, nunca sucederá, la organización francesa que alquiló Rosario no piensa igual y el acontecimiento es una idea que prestan, pero no regalan, que alquilan, pero no venden; porque los franchutes saben que no se debe matar ni enajenar la gallineta de los huevos de oro. Una vez al año es suficiente.
Los calculadores de estadísticas al voleo también estuvieron presentes. Si cada dos personas en movimiento se cubre un metro cuadrado de superficie, un millón de personas son 500.000 metros cuadrados de humanos alegres y esperanzados en saludar un camión, un auto, un cuatriciclo o vehículo similar. Conformemos el número. Muchos, muchísimos, como pocas veces se vio.
Es muy probable que un millón de personas anduviesen por los pagos del Rosario en el comienzo del 2014. En el departamento Rosario vota cerca de un palo gente y vive más de un palito entre laburantes y de los otros. Un millón de personas parece mucho, pero el entusiasmo también fue grande. El padre "Nacho" cuando llama a procesión, medida la cantidad de creyentes y promeseros en cuadras y cuadras, suma más de 300 mil. Esta es otra fe, que no mueve montañas pero engorda carburadores. La pasión fierrera lleva a otra reflexión. Por qué se empecinaron en un autódromo chiquito y no en uno que acepte todas las disciplinas posibles. Público hubo, hay y habrá. Los analistas de sistemas, aún del sistema republicano, representativo y federal, por ejemplo, saben que los visitantes enamorados de los fierros son muchos, muchísimos pero con poca adicción a la compra compulsiva. Más claro. Hacen campamentos, asados, mateadas a la luz de la luna pero pocas compras en shoppings. Asado y cama cucheta contra McDonald y tarjetas con descuento de los miércoles. Sin bromas. El sistema de visitas de los enamorados de los autos se acerca más al alma de un copiloto que al del desfile de modas. Pero ojo, comer comen, pasear pasean y consumir consumen. Y a la vuelta cuentan bondades si los trataron lindo y barato.
Rosario, en mitad de los calores tremendos y justificados por el clima e injustificados por la injusticia de la luz eléctrica ausente sin explicación; en mitad de las palometas tropicales que siempre existieron y existirán; concursada la ciudad por los balnearios de la costa entrerriana (jurisdicción de ellos, muchachos, de ellos, de los entrerrianos) y descubriendo, por notas como las de Hernán Lascano del domingo 5 de enero en este diario, que vivimos en una ciudad diferente, con el narcotráfico paseándose graciosamente entre ráfagas de ametralladora y competencias de tiro al blanco; Rosario se merecía un Dakar. Como una fiesta de quince la piba y el vestido blanco la novia. Para la postal y lo dicho, cubrir lo que faltaba, la cara Dakar.
(Publicado en diario La Capital, 08 de enero de 2014)
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