Google+ Raúl Acosta: Escribir sobre la muerte

domingo, 18 de agosto de 2013

Escribir sobre la muerte

En las clases que doy hace años (Periodismo Político, U.A.I.) aconsejo no meterse, políticamente hablando, con niños, animales, viudas. La tragedia cruza el pecho de cualquiera y cierra los ojos. El cerebro es una glandulita y el corazón revienta el pecho.

Escribir sobre la muerte es una cuestión definitivamente sentimental. Aquel Pavese que acompaña a su enamorada y se define: la muerte tendrá sus ojos. Y aquel Ungaretti que mira el mar y comprende el imposible, iluminándose de infinito, de inmensidad. La muerte es eso. La inmensidad.

A qué se debe tanto prólogo, tanto alambique, tanta vuelta y media, tanto Gre-gre para un Gregorio. A la tragedia en Rosario.

Ya se sabe que Litoral Gas es descuidada con sus obligaciones, que esa concesión, como tantas, tomó lo que le dieron baratito, baratito y de no mediar un recupero rápido no invirtió mucho. Casi nada. Nada.

Ya se sabe que una válvula, un gasista, la desidia de la empresa y los controles, el pijoterismo de los consorcios y el desaliño de la trinchera fabricaron muertes. Pocas muertes, en rigor, por una sencilla circunstancia: es una zona de laburantes y estudiantes y la mayoría estaba fuera a las 9.30 de la mañana del martes 5 de agosto. Sólo la seguridad de que la bala no les tocará hace que salten los soldados de sus trincheras y avancen a bayoneta calada. La bala les toca. Con el cáncer de pulmón lo mismo. Se sabe que el alquitrán de tabaco provoca cáncer. En los otros. Las instalaciones podridas son un desastre.

Lo que no se sabe es de qué modo se reconstruirá la ciudad y la región. Una idea está: todos solidarios. La solidaridad atravesó barreras ideológicas, generacionales, culturales. Fue estupenda. El plan de tragedias quitó a los medios porteños la posibilidad del amarillismo a ultranza. Una sola voz para dar los muertos, vallados de contención para que no hagan chiquero frente al hueco del cuerpo central caído. Todas las autoridades conjuradas. Conferencias de prensa con datos verdaderos y quitando preguntas inoportunas y de mala entraña. Seriedad y templanza. No hubo “escenas de hondo dramatismo”. Ni siquiera los habituales robos emotivos porque el gobierno impidió las colectas truchas. Las habituales matronas de la caridad (había cada una...) fueron invitadas a abandonar sus deseos de juntar cobijas. Chau señora de alguien, chau...

Jóvenes periodistas se encontraron con su primera y terrible tragedia y empuñaron los pocos adjetivos y las muchas miradas. Todo lo que se veía daba para una historia. Las paredes, los gatos, las acechanzas. Las esperanzas. Hasta el Padre Ignacio, ese emblema de la fe, vino a tirar sus medallitas bendecidas ante la pila de escombros.

Curtidos concejales no se animaron al insulto y se borraron. Feroces candidatos a diputados quisieron pasar, algunos se arrimaron y la palabra es una y define la historia: los “putearon”. Poco rostro o mucho rostro daba igual. El sitio estaba para bollos, en la cara de quienes usasen la tragedia para sus fines. Las elecciones (Paso) se cerraron a esa hora del martes 5 de agosto de 2013. La señora presidenta, desacostumbrada a vivir sin su escenografía se equivocó. ¿No hay quien le diga que fuera de su escenografía el mundo sigue andando? La monarquía de baja intensidad recibió insultos y botellazos.

En las primeras dos horas posteriores a la tragedia la intendenta, Mónica Fein fue a “zona cero” y los muy nerviosos la putearon, sí, también a ella. Se quedó y comenzaron a laburar. Finalmente la abrazaron. Quedarse en la realidad es empezar a caminar en serio la ciudad, la provincia, el país.

El bulevar de las palmeras, el que recuerda a don Nicasio Oroño, no será el mismo. En la esquina, Anajuana, una fenomenal pizzería, a cien metros Rock and Feller, concesión de un boliche cordobés re-careta, con book de señoritas y madamas (según la leyenda, según la leyenda, no hay constancia) y a doscientos metros de Jhonny B.Good. Similar falta de constancia. A 300 metros del proyecto de Hard Rock Café y en la punta de “Pichincha”, el barrio que de prostibulario en 1920/30 quiere pasar a Palermo Hollywood o sea: quiere actualizarse. Como dice Homero Manzi: todo se fue tras el misterio...

Ni la cuadra ni el barrio serán iguales. Deben demolerse los tres cuerpos del edificio, apuntalarse los linderos, trabajar por 500 días, según cálculos de ingenieros civiles. Dinero, emprendimientos, juicios millonarios. Una estimación del desastre habla de 250/300 millones de pesos en juego entre compensaciones y emprendimientos.

Cómo volver al ayer. Nada. No se puede. Queda una alegoría que, al ser sobre la muerte es macabra. La sociedad se abrazó a sí misma y lloró a sus muertos, sus parientes, sus historias mínimas convertidas en parte de un relato universal sobre la tragedia. Algunos políticos, la señora Cristina la primera, no logran entender al pueblo, al otro, a los demás. No es difícil. Cerebro, glandulita y corazón reventando el pecho. No pueden, es evidente.

CÓMO VOLVER AL AYER. NADA. NO SE PUEDE. QUEDA UNA ALEGORÍA QUE, AL SER SOBRE LA MUERTE ES MACABRA. LA SOCIEDAD SE ABRAZÓ A SÍ MISMA Y LLORÓ A SUS MUERTOS, SUS PARIENTES, SUS HISTORIAS MÍNIMAS...

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