- La fecha es marzo del 76 y el elemento disparador es la muerte de Videla, la muerte del dictador. Me gustaría tu reflexión sobre esto.
El golpe del 76 fue un golpe que se veía venir, un golpe particularmente cruento que tuvo como objetivo, no sólo lo que ya todos conocemos y nadie discute, que es la cantidad de muertos, desparecidos, exiliados, presos, sino la implantación de un modelo político- económico que necesitaba la crueldad que tuvo para poder llevarse adelante. Videla no era único, no era un loco, era parte de un proyecto político militar que le tocó poner la cabeza, fue el más famoso pero también estuvo la Fuerza Armada y la Fuerza Aérea. O sea, fue un golpe donde las tres armas, por primera vez, se distribuyen el Estado y lo conducen, según ellos creían, como destino. Así fue dónde llegamos. Por suerte la democracia reparó en parte algunos daños institucionales, todavía faltan otros, y la memoria permitió que la justicia empezara a llegar en estos últimos tiempos. Lástima que los agarra muy ancianos y muchos mueren antes que la sociedad, los testigos, las víctimas puedan decir lo que tienen que decir, y la gente sepa qué tipo de personas eran los que gobernaron el país en ese tiempo.
- ¿Está cerrado ese capítulo o falta algo?
Yo creo que con lo juicios se cierra buena parte de los capítulos. La otra es construir un país cada vez con mayor justicia, con mayor equidad. Creo que, en ese sentido, todavía nos falta un camino que recorrer. Una democracia con justicia y equidad, con buena educación, gratuita, pero eso es parte de construir la historia de un país. Yo creo que por suerte, lo que podemos decir, es que se han cerrado los golpes cívicos- militar como forma de gestionar la nación. Todos vemos en la democracia una posibilidad de expresarnos, y una democracia de casi 30 años ya es una democracia, no digamos sólida, pero sí que ha sentado bases y hay generaciones a las que hablarle de estos temas es contarles la historia.
- Charlé con Alaniz, que estaba tan en cana como vos, charlé con Bettanín, con todo el horror de su familia. Ninguno de los tres tiene rencor básico. Y hay gente que no tuvo el total de desgracias que han tenido ustedes y que todavía no ha procesado eso.
Yo no creo que sea rencor lo que uno debe tener. Es parte de la política. Los que alguna vez nos asumimos como militantes en esas épocas preveíamos que era parte del riesgo que uno ponía en juego. Entonces eso te permite entender algunas de las cosas. Lo que uno nunca va a terminar de entender es la brutalidad de algunas personas para hacer daños. Historias del horror, como las que habrá contado Bettanín que pasó con su familia, yo creo que hay grados de crueldad que son inexplicables desde la razón.
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