Tenemos un lío con las palabras. Con los griegos. Con su significado. Con el espejo. Con nosotros, que somos los hipócritas y los hipocondríacos. Tenemos un lío bárbaro con la realidad.
Argentina tiene dos grupos antagónicos. El peronismo reciclado, viral, enriquecido con oportunistas y revolucionarios del delirio y el puestito, de la chapa y la mentira. Ayer del neoliberalismo. Antes del peronismo socialista y el hombre nuevo pero hubo un antes, antes. En el 1946: Peronismo. La justicia social ya no es su motor. El poder, liso y llano, es su objetivo final. Este peronismo es hipócrita. Habla de democracia. No es lo suyo.
Hay alguien informe enfrente. El otro grupo lentamente fluye hacia una fuerza de centro izquierda moderada, conversada, aún en trabajo de parto. Sus componentes no se dicen la verdad, manejan su propia hipocresía y discuten al actor y el escenario, enfrentando a la máscara democrática del peronismo, sin atreverse a luchar contra la esencia.
Al peronismo se lo discute en su territorio, de movimiento, o se clasifica a sus actores como fuera de las leyes de la democracia tradicional, partidaria, parlamentaria, y se define el mañana. El amanecer está definido. Una fuerza populista, de centro derecha y una fuerza de centro izquierda. No hay tanto tiempo como certeza. La demora se enriquece con la hipocresía final del peronismo. Busca la sumisión y el poder total, se declara revolucionario y trabaja para los grupos concentrados. Quita las libertades individuales y se declara padre total.
La hipocresía es la actitud, constante o esporádica, de fingir creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades o estándares que no se tienen o no se siguen. La persona hipócrita finge cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene o experimenta. La hipocresía en si es un tipo de mentira, una pantalla de reputación. Deviene del actor. El actor representa. Es un hipócrita. Está por debajo de lo que dice. El peronismo y la democracia es un clásico de la hipocresía. El peronismo sólo sostiene el voto como elemento común entre su facto y los enunciados formales de la democracia representativa, nunca republicana, jamás federal. Su accionar natural provoca una pregunta. Es que no se entiende. Se repite. Es que no se entiende que el peronismo es un movimiento y ésa cinética tiene vértice. Hoy la señora. Mañana otro. Siempre el poder, siempre el poder total. Siempre un jefe. Siempre.
La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás motivos reales o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace.
Una persona hipócrita es aquella que pretende que se vea la grandeza y bondad que construye (con apariencias) sobre si misma, propagándose como ejemplo y pretendiendo o pidiendo que se actúe de la misma forma, además de que se glorifique su accionar, aunque sus fines y logros están alejados a la realidad.
Para Noam Chomsky la hipocresía es definida como la negativa a "...aplicar en nosotros mismos los mismos valores que aplicamos en otros”. Es el mal central de nuestra sociedad. Se promueven injusticias, guerras y las desigualdades sociales en un marco de autoengaño. Se esgrime la hipocresía como una parte necesaria o benéfica del comportamiento humano y la sociedad. Error: es el huevo de la serpiente.
El componente trágico de Argentina nos lleva a oscilar de los mejores del mundo a la peor lacra del universo. Hipo debajo. Condrio cartílagos, por extensión costillas. Debajo de las costillas los enfermos (imaginarios) se agarraban derecha e izquierda. Hipocondrio derecho e izquierdo. Ayes de dolor. Nada.
Variante que envilece: la hipocondría es una enfermedad por la que el paciente cree, de forma infundada, que padece alguna enfermedad grave. El origen del término hace referencia a una región anatómica, el hipocondrio, situada bajo las costillas y el apófisis xifoides del esternón donde, según la escuela médica humoral se creía que se acumulaban los vapores causantes de este mal. Vulgo: gases demorones. Atajados.
La hipocondría es, en esencia, una actitud que el individuo adopta ante la enfermedad. La persona hipocondríaca está constantemente sometida a un análisis minucioso y preocupado, incluso obsesivo, de sus funciones básicas. El argentino tipo nos encuentra dentro de la definición. Somos eso: asustadizos, tremendistas. Vivimos analizando el ayer y lo que vendrá. Discutiendo nuestras funciones básicas.
La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer o la convicción de tener una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal. La interpretación catastrófica de los signos es el mecanismo que desencadena la hipocondría. Los brujos, los lenguaraces, los analistas interesados relatan la hipocondría no ya como su mal, sino como el destino nacional.
Hay familias que son especialmente sensibles y están muy inclinadas hacia la interpretación de los signos de enfermedad en todos los ámbitos de la vida. Aprenden a interpretar negativamente cualquier signo y lo asocian con angustia, miedo o ansiedad.
No debemos descartar que una persona hipocondríaca esté realmente enferma. En muchas ocasiones lo que hace es centrar su atención en síntomas leves o imaginarios (mareos, dolor de cabeza, lipotimias, etc.), y no en los verdaderamente importantes. Sus verdaderos problemas no aparecen. Los niega. Los esconde. Hambre, injusticia social, analfabetismo, pobreza estructural, clientelismo, colonialismo, capitalismo amigo, coimas, chantajes, corrupción. Esos son los males.
El hipocondríaco extirpa la Sociedad Rural y se pelea con Clarín. El hipócrita discute esos temas.
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