Google+ Raúl Acosta: La batalla de los mitos

sábado, 29 de septiembre de 2012

La batalla de los mitos

Oktubre

Es loca la vida argentina. Demasiado. Tratan de esquivar la historia algunos historiadores. Sucede de modo recurrente pero, ay, en la ceguera algo siempre se escapa. Pasamos el 6 de setiembre sin aviso. Allí comenzó, en 1930, la debacle cíclica que nos azotó hasta 1983. Después del derrocamiento de Irigoyen, el 11 del mismo mes la prisión del General Mosconi dio indicadores claros: Mosconi quería YPF. La Revolución del 30 no. Debería tratarse en la currícula escolar; es más que necesario en estos días que recuperamos YPF (ejem, ejem)

Octubre trae diferencias de Argentina con el mundo. Para todos los historiadores la Era Moderna comienza el 12 de octubre de 1492. Argentina cree en los pueblos originarios como fundantes del país. Enojarse con Cristóforo Colombo no le quita trascendencia al hecho y suele desubicar a los distraídos. Einstein y la relatividad, Hiroshima o, acaso, el hombre a la luna. Al parecer la Era Moderna hace tiempo que terminó. Su origen es menos dudoso. El mundo cambió en 1492. El cambio incluyó a los comechingones y querandíes.

Los diez días que conmovieron el mundo son de octubre. La Revolución Rusa consagra un mapa político beligerante que aún hoy se discute, mientras sus desmembramientos convulsionan a todos. Hasta el contrato de Carlitos Tévez tiene relación con aquella burocracia y los negociados capitalistas de quienes se aprovecharon de la esclerosis del régimen. Todo nuevo millonario ruso es secuela de aquel mapa. El viejo mapa bipolar.

En Argentina hay dos nacimientos en octubre. El de Perón es uno. El mito del Che es otro. Mención para Walter Operto. Este periodista argentino desmiente la historia del régimen boliviano e instala fecha y forma de muerte del guerrillero. Nace el mito. El nacimiento real de Juan Domingo Perón no es, por cierto, tan alto como el otro nacimiento, el de la cita en Plaza de Mayo en la noche del 17 de octubre de 1945. Cuando el que te dije salía al balcón, dice María Elena Walsh. El 17 de octubre es la fecha de la mitología peronista y, acaso, la definición del país que somos, de la sociedad que somos. El ombligo en la Plaza de Mayo, el país unitario contra la espalda de la estatua de Cristóbal Colón mientras escucha fábulas y consejos del General. El que hasta hoy da nombre al caso: peronismo. Su filosofía de Viejo Viscacha aún nos guía. Borges tuvo, para el Martín Fierro, desdenes y críticas mayúsculas. Las mismas, si se lee bien, que tuvo contra Perón. Su acierto fue mayúsculo. Se enemistó con quien debía. No hay nada más alto que Perón para exacerbar los ánimos del país. Al menos no había.

La presencia de Perón en la historia es siempre incompleta y, de hecho, inacabada; citarlo es una forma activa de retenerlo en el presente. Su impronta en la sociedad no es —hoy— tema de discusión. Argentina tiene mucho de Perón. No solamente es peronismo lo que incluye el perfil del argentino típico, claro está. Ni el más feroz contrafactismo, puede imaginar una Argentina sin la influencia de Perón. El General conformó sus tropas y, al mejor estilo de los viejos manuales: eligió el enemigo. Quien elige el enemigo, ya se sabe, tiene bastante resueltas sus batallas. En el arte de la guerra, viejísimo libro oriental, se indicaba este dogma. Digresión: asombra que algunos periodistas y/o analistas lo conviertan en defecto y condena al régimen actual. Napoleón y Hitler eligieron mal el enemigo. Leer historia puede ser bueno, aún para la crónica diaria, también para entender la batalla cultural contra los K que, siguiendo viejos manuales, eligen sus enemigos.

Aparece, por esta reinvención del peronismo, la controversia. En este siglo, en Argentina, comienza a erigirse una neomitología peronista. Nuevamente es octubre el mes que la contiene. Parte de Perón, pero lo esquiva. Se verá quien triunfa. El 17 o el 27 de octubre. Es la muerte de Néstor Kirchner quien la fabrica. Tuvo poco de heroica. Descuidos crónicos de los hábitos saludables y el estrés de la función se llevaron las coronarias y las carótidas. El resto fue la naturaleza. Chau. No importa. Para el mito no hacen falta certezas, solo convencimientos. La viuda está convencida que fue un héroe de guerra y que combatió dragones. Creerlo y contarlo es uno. Que se lo crean es otro hecho. Parece que sucede. Oktubre oferta otro fasto, construye otra épica. Hace falta aclararlo: las democracias no son épicas. Nosotros no estamos inscriptos, como país, en las formulaciones tradicionales de la democracia. Asistiremos, el 27 de octubre al atardecer, al crecimiento de una neomitología peronista. Oferto título: la batalla de los mitos.

Hay un elemento que es condicionante, no existe desarrollo del mito sin el impulso activo, permanente. No es el silencio ni la oscuridad. El mito se forma en la nebulosa, pero en mitad de la sociedad. Las contradicciones, los anhelos, los fervores, el convencimiento, la fe fabrica un mito. La fe oscila entre Perón, hoy ni siquiera estampita, y la cara de Kirchner dentro del eternauta.

Debe Argentina empezar a mirar(se) de otro modo. Cristina Elizabet Fernández de Kirchner, con su biografía emparchada, es parte activa de un cambio social que no se puede ocultar. El muerto, Néstor Kirchner, con sus deformaciones de la realidad y sus volteretas destripó varios nichos que se conocían, pero se negaban. La sociedad argentina debe preguntarse si aquel cómico ring tone (que te pasha clarín) operó contra Néstor Kirchner o a su favor. Argentina, esta es la ponencia, está procesando la alteración y el cambio del mito Perón, acaso Perón — Evita, por esto que nos sucede. Es reveladora la lectura de los denuestos a la pareja por parte de la sociedad porteña en los años 1946 a 1956. Reveladora y develadora. Hoy se repite, con las diferencias mediáticas que van de los Gaínza Paz y los Mitre a Laura Ernestina.

Esta construcción, como aquella de Perón, se basa en leyes y decretos oportunistas y arbitrarios, resoluciones que rompen códigos de la partidocracia y concepciones filosóficas establecidas. Al mito Perón le sirvió. Como en aquellos años (Yalta, Breton Woods, FMI, Constitución de 1949, Agio y Especulación, venta de granos por el Estado, sustitución de importaciones, Pulqui II, Flota Mercante, Nacionalización de Ferrocarriles, Créditos Hipotecarios, La Razón de mi Vida, la Red Azul y Blanca, Editorial Haynes y Editorial Alea, Fundación Evita) el gobierno peronista juega a contramano de la historia y eso cuesta. Para la mitología todo resulta positivo. Eso cuenta. La historia más reciente desdeñó corruptelas, oropeles y dispendios de aquel régimen peronista. Aloé ayer, hoy Boudou, son tan funcionales como útiles (idiotas útiles) para la mitología. Se enriquecieron. Y qué. El mito va por otro lado.

La verdadera batalla está a la vista. Viejos peronistas y el viejo mito enfrentado a esto que propone la viuda. La sociedad argentina asiste al traspaso (posible, sólo posible) de un folk a otro. Si el 27 supera al 17 de octubre deberíamos reflexionar. Repetir conductas tiene un nombre.

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