Las sociedades conforman sus dirigentes a imagen y semejanza. Idealizándolos por idealizarse. No son extraños. Detrás de las acciones políticas de quienes, en nuestro nombre deliberan y gobiernan, hay comportamientos sociales muy profundos que motivan a los delegados del poder popular a decisiones propias, sin reclamo por parte de los mandantes. Ese ”ida y vuelta” sufre alteraciones. Mirar a los gobernantes es mirarnos. En la sinrazón de su comportamiento deberemos encontrarnos. Las definiciones absolutas (es el mejor, no habrá ninguno igual, nunca el país estuvo como ahora) se corresponden con nuestras mas profundas pretensiones. Mejor. Ninguna. Nunca. No debemos ponerlas fuera. Su existencia depende de nuestro mejor volumen, el inconciente colectivo. Colgamos el diploma en el Aconcagua. Toquen timbre. Allí vivimos.
Desconcierta el apoyo de los que serán perjudicados por decisiones inconsultas, equívocas o directamente malintencionadas. Los gobernantes que se comportan de tal modo son abusadores plenos. Sus gobernados aceptan la mentira, el engaño y la tortura cotidiana: el abuso. El fenómeno se entiende como parte de un perverso equilibrio entre quienes mienten para obtener el voto y luego negar obligaciones y compromisos y los que entregan el voto cerrando los ojos. El voto a ciegas y la implacable soberbia de los administradores de la cosa pública no puede llevar a soluciones placenteras.
La educación, la instrucción sistemática, en caída libre hace décadas, es uno de los crímenes sociales más fáciles de reconocer como difícil de juzgar y condenar. Sobre el idiota del mañana y la imbecilidad e ignorancia del mutilado de hoy se erige la ciudadela política del siglo XXI. Una tras otra se pierden las batallas del conocimiento. Un día, descuidados, habremos perdido la guerra sin saberlo, ya sin posibilidades de saberlo.
La sociedad y sus actores directos no concurren al mismo contrato social, ni siquiera al mismo idioma gestual. En este nudo se pierden las ciencias políticas y los politólogos. Cómo explicar en un seminario, en una cátedra, las diferentes decisiones según un mismo texto constitucional, una letra fija, pactada como ley de leyes. Cómo explicar la traición política desde la teoría política, que califica unívocamente. En Argentina la Ciencia Política es fácil de caracterizar: muy blanda.
Hay números que no se pueden esquivar mediante el sofisma estadístico, están en la mitad del camino de la sociedad. Cómo subsanar ése pequeño inconveniente visible en las calles, los pueblos, las carreteras. La pobreza es el mal. Con mayúsculas: el MAL. Los nietos de abuelos pobres y sin trabajo, que fueron criados por padres re pobres y sin trabajo y que son la base de una pirámide social desguarnecida. Olvidada. Seguramente inexplicable. De qué modo explicar que no son el eje de todos los desvelos sociales. ¿Un plan mensual? Hoy los derechos humanos están en conflicto con la conciencia social, con el ejercicio del pleno derecho a respirar, crecer, comer, y ser futuro. Futuro. Je. El tema argentino es el mañana largo. Toda madre que piense en sus hijos debería atarse un pañuelo y salir a caminar. Ya.
Los técnicos dejan el camino expedito. No son culpables. Se encogen de hombros, dicen que la sociedad es atípica, contra natura. Algunos ni siquiera aceptan la contradicción. El plano teórico permite vivir sin ensuciarse de cotidianeidad. En otros casos el enunciado teórico libera culpas. Muchos respiran hondo y aclaran: “yo ya lo dije en mi opúsculo 32”. Argumentan desde el costado del camino. De nada sirve.
Hay un relato oficial. Mentiroso. Cruel. Es un relato. Los cultores del anti relato oficial suelen perderse en el follaje. No hay una antinovela que oferte un mañana diferente a partir de una lectura distinta de estos hechos y una interpretación opuesta del ayer. Cuidar el futuro es más difícil que sólo oponerse (en rigor se oponen cada vez menos) En muchos casos los adversarios políticos miran encuestas antes de opinar y la opinión, en realidad, debe ser siempre en oposición porque, si se dirá lo mismo que dice el relato oficial ¿para qué hablar? Hay opositores que parecen los objetores de conciencia dando conferencias sobre el aborto con el pibe en brazos.
El comportamiento de la sociedad desnuda el punto en el que estamos de la evolución como eso, como sociedad. El poder es CFK. Sentada sobre la mitad mas uno de los votos del país su actuación es soberbia. De qué modo invertir el cuadro, de qué forma rebajar la potencia. Con menos votos. La merma operaría como un antídoto. No es sencillo de resolver. Ni siquiera como ejercicio teórico es válido. La señora es el gobierno que nos merecemos. Su oposición es la que Argentina construyó. El más elemental ejercicio de sinceridad lleva a confesarlo. Si CFK es aquello que la mayoría decidió confesemos: la atomización de la minoría también es una decisión popular. Podrá culparse a la expansión del pensamiento peronista estos extremos. No se sabe. El hecho está: un peronismo siempre diferente manda abiertamente en un país sin pensamiento alterno.
El peronismo, el gran elemento del siglo XX y la materia prima de los primeros 20 años del siglo XXI, está en extinción. Por indiferencia. Por anorexia. Por diseminación universal. Hoy duda entre fagocitarse o no. Ya no encuentra diferencias, enemigos. Creció como excrecencia del conservadurismo y el partido militar, denunciando la injusticia social. Se declaró gendarme contra el peligro del Comunismo y el sucio trapo rojo. Ni yankis ni marxistas. Buscó en el Partido Militar sus primeros hombres y el proto peronismo se alzó contra el partido popular: radicalismo. Allí se mantiene una lucha caudillesca, territorial.
Hoy reconstruyó el pasado, quebrado en el 1973. Ya no existe el Partido Militar, hasta su biografía alteró. Destripó al radicalismo, el otro gran partido de masas, que venía del siglo IXX. El radicalismo es un cuento de nostálgicos. No es alternativa. El peronismo universal navega en solitario. Empresas periodísticas, empresarios que buscan el rédito económico como usufructo del poder (de ahí el enfrentamiento) se recortan en el horizonte. El peronismo siglo XXI los construye como enemigos por la necesidad de la confrontación. Un plebiscito arrasaría con cualquiera. Una convención de piquetes los exterminaría. Si hubiese carnadura habría facilidades para reciclarse en la lucha. Sus últimos enemigos son fantasmales. Le queda atacar personas. Símbolos no hay mas. El peronismo ya no sabe con quien pelear para sobrevivir sin desnudar su verdadera catadura. Enfrenta su mandato. Cobardía, ineptitud, impericia o brutal mentira. Debe hacer lo que anuncia o se convertirá en un cuerpo extraño.
El peronismo no se decide a lo que viene. Asumirse como partido único, cambiar las reglas de juego de la sociedad y ejercer de patrón de la vereda. Luchó para eso (también contra eso) desde su creación. No sabe qué hacer con la cabeza del enemigo. El que sea. Jibarizó el diálogo, la convivencia. Está solo. Debe crear un nuevo orden. Debe crearlo porque de las ruinas salen quejas. Sordos ruidos.
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