Constitucional es una cosa. Institucional es otra. Estamos en emergencia institucional. Tal vez no sea imputable a este gobierno la emergencia (o solamente a este gobierno) y si a la sumatoria de descuidos, equívocos y trapisondas que el argentino aceptó. No nos quedemos fuera. Que aceptamos. Comentar la situación argentina sin pensar que hemos sido parte del problema es cobardía. Votamos y aceptamos. Desde 1983 ningún gobernante apareció entre los repollos ni se sostuvo con las armas, los asesinatos y el oscurantismo. Fueron nuestros delegados, ya que no deliberamos ni gobernamos sino a su través.
Estamos en emergencia institucional. El Poder Ejecutivo Nacional no es equilibrado. La relación entre uno y otro término del binomio es anómala. Obra como antecedente que fue así en la anterior fórmula y en la otra y en la otra. Bueno. Institucionalmente trae problemas. La sola exposición del titular ejecutivo (la señora Cristina Fernández de Kirchner) mas y mas y mas al frente de todas las cosas (“hasta debo ocuparme de la yerba, debo hacerme cargo de todo…”) indica una carencia de delegaciones. Es cierto que Ministros y Secretarios de Estado no poseen votos sino poder delegado, pero no delegar el poder lleva a una saturación que es fácil de explicar, pero difícil de resolver. Si la señora debe ocuparse de todo no hay modo que todo se resuelva en tiempo. Vamos a decirlo claramente: quien no delega se satura. Institucionalmente aparecen problemas. Emergencia. El paso de ejecutiva a santa milagrosa es eso: un paso. Argentina cree en los milagros.
Los organismos de contralor están en emergencia. Por construcción unos gobiernan y otros controlan. Dejar en manos de los propios el control de las acciones coloca a estos, a los controladores, como partícipes necesarios de todas las desgracias, de todos los equívocos, de todos los peculados, de todos los delitos mayores.
Vamos al piso de esta cuestión. Si quien controla es “amigo” no puede controlar. No en Argentina. Las fiscalías, las jefaturas de estas, los cuerpos colegiados que juzgan conductas de jueces y fiscales, los que vigilan los dineros de los funcionarios, todo mostrador para rendir cuentas está ocupado por amigos designados por el Poder Ejecutivo. Nadie puede justificar sin complicarse. Emergencia Institucional, porque las instituciones de control fueron avasalladas, subsumidas, sodomizadas.
Se usan argumentos sobre los votos y el poder y el poder de los votos. La variante puede resultar peor. El estropicio mayúsculo. Será la democracia la que debe entenderse como avasallada y subsumida. Negamos otro concepto de democracia, distinto al que lleva claramente a la división de poderes, el equilibrio, la transparencia de los funcionarios. Si esto sucede, muchos sostienen que si, que es así, entonces la emergencia institucional abarca a toda la sociedad, acaso a su historia, pero seguramente al futuro.
Uno de los casos más asombrosos es el del Dr. Esteban Righi. El comentario periodístico, luego la investigación sobre su renuncia, trajo aparejado un ingrediente: la sorpresa. Cómo va a renunciar alguien que es/era tan ”amigo” del Poder Ejecutivo. Nadie se asombra del comentario. Su esposa, junto con la esposa de otros funcionarios del oponente (PRO) pertenece a un estudio jurídico que defendió y defiende casos a favor y en contra el gobierno. El de antes, el de ahora. Era, acaso lo es por razones bien profundas, su propio estudio jurídico. No es el único ejemplo. Derivar juicios del estado, dejarlos todos en grandes bufetes es parte de una crisis institucional que no se quiere ver. Righi es parte de una profundización de la confusión de roles. El Dr Esteban Righi, Procurador General de la Nación ha contribuido a la emergencia institucional al participar de un gobierno y pertenecer a un bufete que, de no mediar la denuncia pública de Amado Boudou, no reconoceríamos. Descubrir su existencia asombra. Refirma una percepción: emergencia institucional. Hay una pregunta de la que muchos tenemos la respuesta. ¿El total de los colegas que con sus columnas atacan frontalmente al gobierno no lo sabía? ¿Cuándo pensaban contarnos de la relación de las mujeres de Righi y del ministro de Macri, el Dr Montenegro? Nunca, de no mediar el paso de comedia del guitarrista alterno de La Mancha de Rolando, tras la contienda Imprenta Boldt Versus Imprenta Ciccone.
La emergencia no es un árbol que tapa un bosque. Es un bosque. No hay caperucitas en el boque. Todos forman parte de una sola manada ya definida por Hobbes. No es sencillo explicar que Righi era bueno hasta ayer y malo desde hoy.
En mitad del guiso una cucharada de saborizante: Boudou denunciado es quien denuncia pero, ay, no hay asombro por sus dineros. Por sus amistades. No hay asombro. Si, acaso, una sonrisa de indulgencia. El vicepresidente tiene dineros raros y como las investigaciones son lerdas el asunto es nada. Caramba, no es nada. Es todo. Sostener que la existencia del vicepresidente es decisión de la señora Fernández de Kirchner en soledad no sirve. Nunca fue ése el tema. El tema es la emergencia ¿Quedaremos en manos de Boudou si la señora se enferma gravemente? Dios debería ser argentino. Argentino y peronista. No, peronista mejor no.
El Poder Legislativo, verdadera residencia de las leyes y de los mandatos populares, aún de los mandatos que no consiguieron nominar un presidente, está enfermo de relatividad. Es el nuestro un país Representativo, Republicano y Federal. No defender los territorios originales constituye una afrenta. La ”representación popular” ha sido violada. Senadores que se olvidan, que no atienden, diputados que firman a libro cerrado.
Todo es igual. Nada es mejor. Es evidente que asistimos a una forma distinta del mandato popular, a una forma mas descarada del avasallamiento y una forma verdaderamente humillante de la sumisión. Los legisladores, en muchos casos acompañados por sus gobernadores, desfilan ante una caja registradora.
Si esta no es una emergencia institucional que vengan Magoya, Montoto y Mengueche a explicarlo. La crónica narra (es el oficio) el desfiladero incesante ante secretarios, ministros, para que vengan dineros para hospitales, escuelas, caminos, cuando no para el pago de sueldos. Se están pagando los sueldos en cuotas. Las deudas municipales y las deudas provinciales provocan ruegos ante el gobierno nacional y la amenaza de la cuasi moneda. Emergencia institucional. La institución provincia esta siendo despojada de carne, convirtiéndose en cáscara, en un mito estrafalario. Muchos gobernadores integran una caravana de “promeseros” ante los Reyes del DNU. Ejemplo: si la riquísima Región Centro se humilla para conseguir dinero poco se puede esperar de provincias verdaderamente inviables. Ni bien ni mal, emergencia institucional.
Institucional: adjetivo. Relativo a la institución. Lo que participa de su naturaleza.
Emergencia: sustantivo, femenino. Aparición de un suceso. Lo que acontece cuando en la combinación de factores conocidos surge un fenómeno que no se esperaba. (Larousse)
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