Se sabe que en el fondo de la tierra, bien adentro, el núcleo arde; que los ríos subterráneos se mueven a su modo. Para los que desconocemos lo sustancial del volcán explicar el inconciente es difícil. Apenas si advertimos sus consecuencias. Marzo de 2012. Aquí estamos. Son muchas las actitudes que llevan a repetir el título de Silvina Bullrich. Diversas cuestiones agitan el volcán, el cálido núcleo central. ¿Dijimos basta en la contemporaneidad? ¿Cuándo?
Escuchar y leer a Alberto Fernández, convertido en un fiscal en cuotas de los factos del gobierno que ayudó a construir, traen una pregunta como reflejo:¿Cuándo dijo basta? Y otra. ¿Es ilícito preguntarle qué parte de culpa tiene en los males que nos aquejan? Alberto Fernández es una biografía que deberíamos conocer, para el regocijo. Tal vez, en el imaginario de los colegas porteños, este Fernández remplace aquella Elisa Carrió, abandonada de los programas semanales. Fin del tsunami, comienzo de la elegía por el finado.
Mañana digo basta. La promesa, tan parecida al juramento de abandono a la nicotina y/o los hidratos de carbono, cabe a otros actores. Desde 1982 hay paisanos, comprovincianos que deberían decir lo suyo. La provincia de Santa Fe tiene actores de primerísima línea que deberían opinar públicamente. Viven del sueldo público desde entonces. Han callado tanto. Nunca dijeron basta. Deberían hablar, han callado siempre. Son actores, estuvieron y están en el reparto.
El 1982 no sólo es Malvinas y por allí “la trova” y el Padre Ignacio. Además de estos dos efectos positivos de un mal patrioterismo, después de la loca guerra el país arrancó para siempre. Llegó Alfonsín y la democracia de mil años. Dónde estábamos, qué hacíamos. La democracia, resuelta sobre 1983, no nace de un repollo. De un modo torvo se dijo basta.
Si de preguntas se trata la sociedad tiene una que azota las conciencias: ¿quien votó dos veces y media a Carlos Saúl Menem? Extranjeros, sin dudas. El final, el “ya basta” para Menem fue una decisión que pertenece a la ingeniería electoral de un personaje divisible por tres: Eduardo Duhalde. No habría Kirchner sin Duhalde. Eduardo Duhalde fue el intendente de Lomas, fue el vice de Menem, el gobernador de Buenos Aires, el propulsor de un articulado que volvió al país definitivamente dependiente de la provincia estado: Buenos Aires. Al parecer Argentina ha dicho basta de Duhalde.
Menem fue dos veces presidente. El voto a Menem, a quien la izquierda sin votos anatemiza, es una regurgitación de la democracia. ¿Fue un pecado votar a Menem dos veces? Ay, Argentina, ay. El cincuenta por ciento de sus ciudadanos estuvo en pecado. Nadie dijo basta para Menem, solo los años posteriores y el juicio intencionado (como todos los juicios) de sus contemporáneos lo ha ido tapando. Nadie se acusa de su existencia. Vino como el clavel: del aire.
¿El 50% del país por dos veces se equivoco feo? Hum. Hebe de Bonafini responde a esta lógica. Para ella si CFK se equivoca la culpa la tiene el pueblo argentino. Eso dijo. Pocos actores políticos trabajan sin freno conciente. El volcán del inconciente viene asomando con Hebe. Sinceramente: no está sola.
La musculatura lisa, los actos reflejos nos pertenecen. Qué otra cosa que un acto reflejo hizo que el hombre que maneja discrecionalmente, desde hace 10 años, los dineros de la obra pública de Argentina acuse de un descalabro de los trenes en 2012, al gobierno de Fernando De la Rúa. Otra vez la milonga. ¿Se equivocó Argentina al consagrar mediante el voto popular a la Alianza ? ¿Quienes, en ése gobierno, dijeron basta y lo entregaron a una revuelta artificial? De qué sirvió ése “Chacho” Alvarez. Al 50% de los votos de los argentinos se los llevaron en un helicóptero. Se votó equivocado. Si. No. Lo aceptamos sin chistar. A las urnas las traicionaron, qué duda cabe. Domingo Felipe Cavallo fue a la hoguera. No ha salido. Cavallo, al parecer, es el culpable de la existencia del infierno argentino. Pongamos en fila a los políticos activos que se negaron, lo rechazaron o lo fulminaron. Fila cortita, será una fila muy cortita. Nadie había dicho basta. Muy pocos. Admitamos a la izquierda que, por construcción, venía haciéndolo. Algo es algo. Solo sus voces estaban alzadas. El resto bailaba el “demedos”. Dijimos basta a la falta de cash. Al “uno a uno” no nos negábamos, recordémoslo. No hubo cacerolas “anti” dolarización.
Sobre 1970, Silvina Bullrich, la autora de la novela, sitúa a una mujer de 50 años (casi) que plantea un balance de su vida. No juega con el país pero no hay argentino que al escribir no cuente lo que somos. Entonces “ La Paloma ”, en Uruguay, paisaje de la narración, era un refugio distinto a lo que es hoy. La mujer, no hay referencias directas, repasa su vida, sus relaciones, sus hijos. Los distintos habitantes del verano. El ayer. El mañana. A su modo era “feminista”. El título nos acompaña.
Cuando la viuda de Kirchner, actual titular del Ejecutivo Nacional, da sus cifras de la realidad todos sabemos que son incompletas, que son las que ella cuenta. Nadie las refuta. En todo caso si alguien las refuta nadie oye. No se lee. No se habla. No se ve. No se escucha. Los tres “monos sabios” de la biblioteca, el escritorio o la repisa sobre el hogar mandan. Es su mensaje el que nos sostiene. Nadie dice basta. O, puede ser, el stop es tan soterrado que nadie se entera. Menem, De la Rúa , Cristina Fernández. Ahora Cristina. Para su novela el paisaje es Calafate, Olivos, la sola habitación de los desvelos. El suspiro sin respuesta de alguna madrugada. Nada. Nadie. Escamoteamos el amanecer. No se dice que se dirá mañana.
Los actores que debaten con Cristina son los cronistas. Como a Illia, como a Alfonsín, como a De la Rúa , también a Menem abuelito. El periodismo está diciendo basta del mismo modo que muchos medios están diciendo “si Cristina”. Creer que los periodistas son la oposición es un doble pecado, de los kirchneristas y de los escribas. Los que deben hablar no han dicho ni mús.
La realidad del país no es una novela (es tan obvio) la realidad es lo que sucede. Un país que no se opone deja a los posibles líderes opositores sin espaldas. Binner, Stolbizer, Sánz, Morales, Solanas están tan, pero tan desguarnecidos que la “generala” Garré los desafía. No hay revueltas contra el asistencialismo paternalista. No por ahora. No.
Al interpretar, cambiar, rescribir, desfigurar la historia parece confusa. No es así. Cada situación general sumó a las situaciones personales. Alfonsín, Menem, la Alianza de peronistas y opositores, el interregno de Duhalde (nadie puede sostener que reinó) Néstor primero, Cristina después, todos y cada uno se deben a una suma de problemas personales y situación general. Pasadas las furias es posible ”leer” que Argentina dijo basta varias veces. Como a los ciclos biológicos. Acaso se pueda demorarlos. Vamos con una frase de manual: solo el cambio permanece. Mañana dirán basta. Como dice Borges:” y aún no has escrito el poema”.
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