Un amigo de un amigo de un amigo es un enamorado de Osvaldo Pugliese. Pianista. Director de una mítica orquesta de tango. Los sábados había que escuchar a don Osvaldo. Donde fuera. El tango, un sentimiento triste que se puede bailar era alterado por “El Maestro”. Todo lo contrario. No se bailaba. Se escuchaba. Un sin sentido muy eso: pleno de sentimientos. Pu- Pu –Pu –Pugliese. Lo gritábamos frente al escenario. Paraditos escuchándolo pasábamos la típica. La orquesta de jazz servía para recargar las pilas en el bufet del club. Las primeras lágrimas frente a un escenario aparecieron cuando ”el negro Mela” al recitar señaló la butaca del pianista, frente al piano, con una rosa en lugar de la flaca figura. Preso por comunista. Llorar por amor al arte es liberador. La orquesta seguía tocando.
Fuimos parte del exaltado delirio ante su versión de “ La Yumba ”. Secretamente sabíamos que “A los amigos” debería llamarse “A los camaradas”. Y qué. Por don Osvaldo es fácil entender a los que seguían a Luca o, después, al indio Solari. Cofradía. El perdido amor. La demasía.
Comprender que el mundo es ancho y ajeno es parte del crecimiento. Crecer es saludable. Detenerse enferma. Don Osvaldo Pugliese es parte de una historia. Parte. Hacer de ésa alícuota la vida entera no se lo banca ni Alfredo Lepera, para quien la vida entera fue (era) como un sol de primavera. Pugliese fue una luz. Sostener el camino sólo con aquella luminosidad conlleva la posibilidad de quedar a oscuras. Cerrar el camino. Sabotearse el mañana. Caminar hacia atrás. “En cualquier foto vieja lo verás”. Sonreir ante el recuerdo (ahora) es parte de lo natural: el crecimiento.
Un conocido de un conocido de un amigo es un enamorado de los Beatles. Todos los discos. Abruma. Asusta. Todas las fechas, todas las bateas, todas las versiones. Conocidas, piratas, extrañas. La respiración del dueño del pubs donde por primera vez y etc. Etc. Etc. Discute hasta la exasperación sobre la fritura del vinilo al que considera mejor que el estilete del cidí. Púa de diamante contra rayo láser. Con la palabra “Beatles” queda paralizado. El mundo se detiene. La realidad se escapa por la ventana del baño. No sale ni con una ayudita de sus amigos.
La fritura de los discos y las guitarritas de lata no intimidan a los enamorados de Gardel. Carlitos. El bronce que sonríe. El que cada día canta mejor. El mudo. En junio de 1935 el mundo se detuvo. El perrito de la RCA enjuga un lagrimón desde entonces. Contra la vieja pared del arrabal los recuerdos pasan y sostienen: es cruel este silencio que nos hace tanto mal. No habrá ninguno igual, no habrá ninguno. Los nietos no entienden a los abuelos encerrados en el recuerdo de alguien que desapareció en el 1935. Esos nietos tendrán mañana sus propios vericuetos y guardarán en su memoria algo especial. Ojalá.
No es fácil charlar con el yeso de quienes se “estatuaron” (neologismo para mencionar a quienes ya no se mueven de una posición chiquita, no mármol no bronce: yeso) y decidieron quedarse en el camino, como estatuas, bustos de yeso. Cómo decirles del diferente costo de la vida, de las enfermedades individuales y las sociales, de China, India, los precios de las materias primas alterando los términos del intercambio, del dólar, el euro, la soja, la coca y la cocaína, del precio testigo del Big Mac, que los comedores chatarras en Argentina ocultan porque el país es más caro que el mundo, aún para la hamburguesa prefabricada. De qué modo actualizar a las estatuas sobre ferrocarriles, inflaciones, injusticias sociales y mentiras solidarias. No hay Internet ni piratas del asfalto. El fanático vive entre el te acordás y todo debe ser como era. Los nichos y las PYME desguasándose no están en consideraciones de las estatuas que, como dice María Elena Walsh no pueden salir a pasear con paraguas (cuando llueve).
Subiría al “yutube” don Osvaldo la versión de “ La Mariposa ”. Eh. Habría una animación computada del perrito de RCA llorando por Charles Romualdo Gardés, el hijo de doña Berta, paz descanse. Eh. Qué sentido tendría, como protesta, charlar en la cama con Yoko Ono. Eh. Preguntas con respuestas conocidas, que nadie menciona.
El amor es exagerado. La pasión es ciega. Quien está muriéndose de amor se asoma al borde del volcán Krakatoa. Si no es amor del bueno: no. Contigo pan y cebolla. Si. Ja.
Los ejemplos musicales pueden extrapolarse. Las camisetas futboleras. En general los deportes, como manifestación popular, son estrictamente pasionales.
Algo se mueve dentro de esta historia en que andamos. Qué diferencia al común, al pasional que suda de lunes a viernes por sus mendrugos, para llegar al básico del descubierto de la tarjeta (con intereses sobre el resto superiores al 50%. Intereses de usura, ya de usura). Lo que resalta, aquello que diferencia al común del dirigente es que no divide el mundo en los amigos de Osvaldo Pugliese, los adoradores de los escarabajos de Liverpol ni los que llevan flores en junio a la Chacarita a la estatua de “El morocho del Abasto”. Divide en posible para una sociedad mejor. Lo posible es enemigo natural del infinito. Del absolutismo. De la hegemonía. Lo posible es diverso.
El gugle dice: “El fanatismo es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz, particularmente hacia una causa religiosa o política, o hacia un pasatiempo o hobby.
Consta de una apasionada e incondicional adhesión a una causa, un entusiasmo desmedido y monomanía persistente hacia determinados temas, de modo obstinado, algunas veces indiscriminado y violento. Perverso. Malsano.
El fanático, pues, se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la libertad. Los lugares donde impera el fanatismo son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento y donde parece detenerse el curso fluyente de la vida. Un mundo, en definitiva, contrario a la mudable naturaleza humana que en ocasiones se diría anhela la muerte”.Está en Internet la definición.
Debe, quien dirige a los demás, estar enamorado/a. Eh. Si. Puede. Vivir y morir de amor. Si. Recontra si. Que puede, caramba. Evita estaba enamorada de su lucha pasional por los más humildes. La madre Teresa de Calcuta libera de texto esta opinión. Ayer y hoy. Se puede.
La pasión impone ciertas condiciones que el apasionado ni siquiera repara que su fiebre le exige. Dedicación exclusiva. No hay enamorados que no sea “full time”. Hoy si, mañana no lo se. No. No es así. La pasión pide dedicación exclusiva y la consigue, por eso es pasión. De allí el dicho popular:” mandarse la pasión”. Mandarse la pasión es mentir. Dolores Ibarruri fue una brasita encendida. Ernesto Guevara otra. Pasionales en serio, minga de Vuitton y rólex.
El amor por Pugliese excluye el raciocinio. Creer que la vida comienza y termina en una canción de los escarabajos de Liverpol no está mal o bien, pero excluye del manejo en las autopistas mientras suena “Let it be”. Hay pocos peregrinos a Medellín.
La canción es un mundo cada día más abierto al misterio. El manejo de las cosas públicas quita pasión y pone entendederas. Neuronas. Consejeros y lo suyo: consejos. Quien no acepta consejeros ni consejos se inscribe en la pasión, en el absolutismo. En el fanatismo. En la equivocación.
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