Google+ Raúl Acosta: Cristina está sana

lunes, 26 de septiembre de 2011

Cristina está sana

A la viuda le han endilgado una bipolaridad. Hubo notas de tapa con el tema. Los especialistas explicaron la enfermedad en detalles. Le sumaron una relación con una hermana que, la verdad, nadie conocía ni conoce y, de hecho, es parte de su biografía personal, nunca de su perfil político.

A CFK le han atribuido, de modo escondido, conexiones amorosas. Han agregado poderes a sus hijos que, todos estamos de acuerdo, no se notan en el curso de la economía del país y la economía, se sabe, es muy importante para los argentinos. Más claro: el peso contra el dólar, Brasil contra Argentina, FMI contra Marcó del Pont, Moreno de agente aduanero, nada de esto sucede porque los críos de CFK lo deseen.



Las elecciones próximas ponen el tema otra vez en juego. Qué pasa en el país, que pasa en la economía, que pasa con la dirigente más importante.

La economía es un dato esencial para los que tienen idea de lo que pasa. Los que están fuera de la economía no votan según sueldo, votan según amores, días, anhelos, patrones, insignias, estampitas, fotos, rezos; votan a contrapelo de los analistas y gurúes. Allí está plantada una bandera: Argentina Bis. Reconocer que hay dos argentinas es sencillo. La plata del mes aparece y se marcha. Esa velocidad define elecciones. Sólo Alfonsín (1982/83) acertó con tiempo y mensaje. En su tiempo los valores que se buscaban no eran económicos. Recito un mensaje que todos entendieron. El peronismo nunca recitó la constitución. Alfonsín ganó.

El fin de siglo encontró al país cansado del muñequito de torta: Carlos Menem. Por dos veces el 50% de los argentinos había votado con el bolsillo. Se creía, el país, liberado de la tutela del peronismo. Conviene aclararlo: Menem fue es y será peronista. ¿Alguien cree que el peronismo no votó a Menem? Quien piense así debe dejar de embromar/se (de engañar/se).

El riojano estaba avalado por el peronismo ampliado. El peronismo ampliado es el sustento de la democracia en el país. Se gana y se pierde con sus votos.

La clase media corta, con dinero en el bolsillo, bailó bien con Carlos Saúl. Después adiós. En el fin del siglo las cosas venían así: basta de glamour, no hay re re re. Chau turco. El disparate que se votó, sin la premura económica, fue eso: un disparate. Chacho Alvarez nunca soñó lo que pasó y se metió en mitad de su propia pesadilla.

Los radicales nunca pensaron que un tonto de capirote como De la Rúa fuese el presidente. Lo fue.

El radicalismo dos veces fue al precipicio. Con Arturo Illia porque jamás imaginaron que sería tan claro el triunfo (en mitad de una proscripción). Arturo Humberto Illía, a su modo, fue ingobernable para el partido y para los militares. Lo rajaron. Quedó en la historia como un buen hombre lleno de buenas ideas. Un gestor de cuestiones nacionales, proclive a la intervención del estado en cuestiones empresariales.

La segunda posibilidad radical, que le birlaron a Rodolfo Terragno, por lejos con mayor capacidad intelectual que De la Rúa, hundió al radicalismo en el descrédito que desde 2001 lo acompaña.

Digámoslo ya. El radicalismo es un cadáver nacional. De la Rúa lo enterró. La alianza es muy mala palabra. Hay líderes regionales con prestigio personal que sobreviven. No hay mensaje, no hay propuesta, no hay relato radical que saque el cadáver del cajón. El radicalismo se quedó sin relatores. No lo hay, por más que se muerdan las boinas blancas.

Detalle: la muerte del radicalismo es la que provoca el susto de Buenos Aires (la corporación) Están a expensas del peronismo, al que no pueden doblegar totalmente. No es lícito acusar al peronismo de la idiocia radical. Existe. Asumir la muerte es una deuda. Los radicales aún no han velado su partido.

En el 2009 hubo un leve tembladeral, pero en el 2011, al igual que en el 2003, que en el 2007 la cuestión fue/es sencilla: quien asegure el fin de mes a los que tienen bolsillo ganará.

El que, además, asegure el mínimo sueño a los que nada tienen ganará más tranquilo. Receta infalible. Comprando a los vendedores de sueños no hay pesadillas electorales.

El peronismo tiene a atados a los vendedores de sueños y asegura el bolsillo mensual.

Mensaje que flota en el aire. Uno. Nada que altere el amanecer. El mañana amanece tranquilo. Cristina Fernández, viuda de Kirchner lo asegura. Fue una herencia política. Es cierto. Sin su marido no era nada. Está claro. Sin el precio de los mercados internacionales esto era otra cosa. Se puede dar seguridad de la cuestión, pero es contra factismo. Cómo pensar en el país del 2003 al 2011 sin los Kirchner. Inútil tarea. Vayamos a los griegos, a partir de la realidad se puede conocer la verdad.

Cristina está sana. Sus hábitos son frugales, se asegura. Solo sabemos que la botella de agua mineral sin gas la acompaña. Tal vez corra tres veces a la semana, tal vez tenga sus parámetros normales. Bien el colesterol, la glucemia, la densitometría. Bien el corazón. Bien el sube y baja del ánimo. Bien. Bien. Nada de esto sabemos, pero podemos imaginarlo del mejor modo. Cristina está sana.

El peronismo es el que debe preguntarse si está sano con un líder único. Con un proyecto mencionado como si fuese el sermón del maná en el desierto. Como si Argentina fuese el proyecto al que se alude sin que nadie lo toque, lo mire, lo contradiga. La camisa del hombre feliz.

Junto al peronismo el resto, que siempre votó con el bolsillo, deberá hacerse cargo del 2013 y mas allá, del 2015. Hay una sola manera de manejar la zanahoria, dicen los especialistas en burros. Ponerla delante del carro. Para todos la mejor zanahoria es la viuda y la re re re. Recurramos al Martín Fierro:” porque saber olvidar también es tener memoria”… un país a punto del desvarío arrancaría para la re re re. La señora Conti, después de una mínima copa de vino tinto, totalmente sobria, dijo lo que dijo. El inconciente existe, deberían avisarle.

Boudou, Scioli, Macri, Kapitanich están en la primera línea de largada. Se pueden llenar carillas enteras de peronistas, seudo peronistas y tránsfugas al tono, para conformar la corte de herederos. Con poder ni uno solo. Todo el poder a la viuda es la consigna que se coreaba en los días de oktubre que conmovieron al mundo. Todo el poder. Y toda la salud.

Con Cristina sana aquí no pasa nada. Si la viuda se enferma desaparecerán los precios de los granos y las carnes, desaparecerá la guita de la ANSES, la gabela de la 125. Desaparecerán las mieses de la región central del país, derramándose sobre el oscuro barril desfondado: Gran Buenos Aires. Acaso sea al revés. Nunca se sabe.

El ruego es uno: que Cristina siga sana. Si se enferma que sea después de la coronación, para que el poder quede en su vice. Si no se enferma mejor. Al país lo mejor que le puede pasar es que Cristina no se enferme hasta que llegue el momento de lavar los platos. Lavarlos o pagarlos. Lo que sea.

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