Somos todos peronistas
La muerte de Néstor Kirchner ha disparado una eruptiva social de efectos aún indeterminados.
Aparecieron los kirchneristas de la primera hora, los póstumos, los cercanos, los proto kirchneristas, los de la línea fundadora, los auténticos. También los opositores permanentes, los indiferentes, los opositores pero no tanto. El fenómeno, queda dicho, aún no ha terminado. Kirchner muerto opera sobre la realidad tan fuertemente como en vida. Con menos insultos. La muerte tiene su coraza.
Néstor Kirchner era peronista. Todos queremos a Néstor Kirchner. Todos somos peronistas. La conclusión de un falso silogismo, muy trucho, sirve para mostrar la condenada cerrazón de los sentimientos que provocó. No está mal mostrarlos. Ayuda.
Para muchos la frase que mejor los expresaría sería esta: “ahora que te has muerto puedo confesar que te quería mucho”. Al parecer había un kirchnerismo vergonzante o latente. Vergüenza abandonada en los días de duelo. Más allá de competencias numéricas, aparecieron militantes que no estaban en la estadística. Muestras de cariño explícito. La muerte de Kirchner permitió que saliesen afectos escondidos. Impensados. Sorprendentes. Representantes de los sectores mas variados se sumaron y hoy aceptan, sin empacho, que les caía bien el político muerto. Kirchner no tuvo sus votos en vida. Ahora el hecho político (su muerte) es puro sentimiento.
Es innegable que NK transitó la vereda del peronismo. No hay uno, uno solo que niegue esa pertenencia.
Kirchner es integrante del más ortodoxo peronismo y así se entiende su decisión de cerrar las exportaciones si no pasan por el ojo vigilante del Estado Nacional.
El peronismo es estatista y distributivista. Reconoce una sola Confederación General de Trabajadores (CGT) que es, a la vez, la columna vertebral del Movimiento Justicialista. Hugo Moyano está bien sentado donde está. Y si, por algún desplazamiento estratégico, cambia el titular, no cambia el sentido: los obreros organizados son peronistas. Chau. Kirchner no reconoció a la CTA. No fue capricho, fue ideología. Peronismo profundo, puro y duro. Usar todas las fuerzas posibles para llegar. Gobernar con los que hacen caso. Desconfiar. Son todos enemigos.
El peronismo tiene un líder que dirige. El resto acompaña. Los medios de comunicación no son buenos aliados, nunca lo fueron. Cualquier peronista lo sabe. Fue el peronismo quien expropió el diario La Prensa. Kirchner actualizó el modelo, pero lo respetó. El peronismo galvaniza a los amigos y reúne a los enemigos allá, del otro lado. Son “la contra”.
Recuerda, todo peronista que se vanaglorie, a Evita y su desprecio por las sociedades de beneficencia.
Las necesidades se cubren directamente. El Movimiento está en el poder. El Partido Justicialista es sólo una herramienta electoral. El diálogo con la clase obrera es permanente. Igual con los actores económicos. Horizontalmente.
No sólo acepta peronistas el peronismo. También socialistas, radicales, independientes. Todo tipo de conversos y arrepentidos están en las filas de un partido que es policlasista y, además, enemigo declarado de los partidos clasistas. Hay dos maneras de hacer la revolución: con tiempo o con sangre. El peronismo, ha dicho Perón, eligió el tiempo.
Kirchner respondió a ése patrón “cincuentista” de modo absoluto. La profundización del modelo no olvidará estos mojones. No quiere. No puede.
Cuando amengüe la eruptiva deberían preguntarse, los que adhieren, a qué Kirchner adhieren. En todo caso si adhieren a Kirchner y no al peronismo hay problemas de difícil solución. Nadie niega, si es peronista, la repulsa al FMI. Perón la indicó y la cumplió, el organismo se creó después de su primera y segunda presidencia. Durante su tercer mandato no se tomaron fondos.
El peronismo tiene cuestiones originarias. La aceptación de su mando en las cámaras legislativas. La compleja relación con el Poder Judicial. Con la Iglesia. Con los Terratenientes. Con los oligarcas. Con el empresariado nacional y transnacional.
El peronismo tiene una forma de relacionarse que es de caudillo a masa.
El peronismo es caudillismo, orgulloso de su formato.
Perón inauguró la plaza como sitio de conversación y es la calle el sitio de su expresión universal. Uno (Perón) dialoga con la multitud y la multitud se encuentra consigo en la calle. Entre las plazas más importantes del peronismo está la del 1º de mayo de 1974. También la del 25 de mayo de 2010.
El peronismo hace del culto a la personalidad un eje vital. Primero la Patria, después el Movimiento, finalmente los hombres. Las referencias explícitas de subordinación son, en si, uno de sus postulados políticos. La vida por Perón es original, es “made in”.
En Argentina la adhesión es importante. A su luto respondieron todos los distritos. En Santa Fe sus líderes reales fueron parcialmente efusivos. Binner y Reutemann tuvieron expresiones parecidas. Calmas y mesuradas.
Todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, luego: Sócrates es mortal. Todos los peronistas quieren a su líder. Kirchner es su líder. Todos los peronistas quieren a Kirchner. El silogismo va mejorándose.
Ha muerto, queda su memoria. La relación con la memoria acepta muchas anécdotas, diversos cuentos, infinitas interpretaciones de un único saludo. Nació una cercanía con el relato, con la literatura. ” No existe condena moral en la literatura” (Milán Kundera). El peronismo es una saga que ya lleva más de 60 años escribiéndose. Alberto Fernández, Gustavo Béliz rescatando sus pertenencias (hay muchos en ése estante) son muestras del viaje permanente, del cambiante relato. No hay condena moral en el relato peronista.
El Kirchner que sobrevive está desfigurándose. Es otro. Otros. El de los que no son peronistas, ni lo serán, pero quieren tener un ídolo que, al estar muerto, no los avergüenza. Ese es el más raro. Existe claramente. Convive con uno ranciamente peronista. Si Kirchner viviera podría decir o hacer algo que avergonzase sus corazones. Peor: podría expulsarlos de su cercanía. Condenarlos. Nombrarlos, que es lo mismo. “Ahora que te has muerto puedo quererte sin que me jodas o me avergüences, no harás nada nuevo”. Ya no es malo ni peligroso quererlo. Es, sin vueltas, un riesgo posible. Tal vez las ciencias que estudian la conducta humana puedan explicar, casi racionalmente, esto que pasa. Casi.
Se sabe hace demasiado tiempo que el peronismo es inexplicable.
Todos los peronistas son mortales. Kirchner es peronista. Kirchner es mortal. Qué silogismo raro.
De hecho no hay 100 peronistas cada 100 habitantes. ¿Cuántos son los que verdaderamente son? Es muy fácil querer a quien seguirá quieto en una estampita. Hay demasiado bicharraco del embuste, mucho carancho volando. Mejor: cantemos a Lito Nebbia, al fin de cuentas un peronista desde hace tantísimos años:… “Creo que nadie puede dar una respuesta, ni decir qué puerta hay que tocar. Creo que a pesar de tanta melancolía, tanta pena, tanta herida, sólo se trata de vivir”. Vivir sin silogismos, si fuese posible.
Raúl Acosta
Testigo
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